Leo el artículo del Dr. Woldenberg con atención, es atinado decir que México no es un Estado democrático, y cómo en este último año se profundizó el camino hacia la autocracia, con la sobrerrepresentación, la disolución del Poder Judicial, la manipulación electoral, la eliminación de órganos autónomos, la militarización, el desplazamiento de voces críticas, el uso de medios públicos para propaganda y desinformación del régimen, la subordinación de Tribunales Electorales y del Congreso y la omnipresencia del Partido-Estado.
Pero el proceso de deslegitimación democrática no es de este año; lo que más se perfeccionó en México fueron las elecciones; sin embargo, nunca se profundizó en otras dimensiones sustantivas de la democracia liberal, como las expuestas por Leonardo Morlino; las libertades y el acceso a la justicia fueron pilares que quedaron socavados hace años, con un Estado de derecho roto que provee justicia a muy pocos y en el que la mayoría no confía; lo mismo en los derechos sociales y económicos, que generaron un país con enorme discriminación, desigualdad y serios resentimientos regionales; la participación que durante el proceso transicional no pudo romper con el paternalismo mexicano a través de la propagación de una nueva cultura cívica; la interinstitucionalidad que no pudo acabar con escándalos de corrupción que fueron lacerando la confianza ciudadana y, desde luego, los actores políticos de todos bandos que no supieron darle nuevos cauces al poder, enquistándose al mando de las instituciones.
Hay que decirlo, también la transición fracasó, porque nunca se caminó con fuerza y ahínco hacia una democracia liberal, sino simplemente a la confusión de que tener elecciones significaba tener democracia y ahí nos quedamos estancados 20 años. Lo que tenemos ahora no es mejor, pero no empezó en 2024, ni en 2018; la Reforma Autocrática de 2024, que hoy se vive, es el epítome de una extensa obra de desencanto popular, que empezó con claridad en 2002, cuando la población comprobó que había sacado al PRI del poder, pero su situación no cambió por arte de magia como muchos esperaban o se les prometió.
Completan golpe
Ese “Ya amaneció” que generaba una gran esperanza, un “final de la tiranía”, del primer spot televisivo del gobierno de Fox, a finales del 2000, se fue quedando en el desencanto poco a poco, como lo muestra el Latinobarómetro en su serie temporal de apoyo a la democracia, que tocó su máximo en 2002, con 63 por ciento, pero que no ha parado de caer hasta llegar al escandaloso 34 por ciento de 2023.
De la misma manera lo muestra el índice de Democracia Liberal de Varieties of Democracy que retrata que en 2008 los parámetros de análisis estaban socavados, como las libertades civiles, los contrapesos, los límites del ejercicio de los ejecutivos, lo que se profundizó en 2015 tras el Pacto por México y que hoy muestra al régimen autocrático mexicano a la par de Guatemala, Guyana, Bolivia, Nigeria y Tanzania.
Para otro índice, Freedom House en su publicación “Libertad en el Mundo”, México es un país parcialmente libre desde antes de 2017, principalmente por los déficits en Estado de derecho que limitaron el pleno disfrute de derechos políticos y libertades de los ciudadanos. Para darnos una idea, nuestro país está situado entre Hungría, una de las autocracias más representativas de Europa, a la par de Kosovo o Sierra Leona, en África; de acuerdo a esta editorial, los grupos criminales ejercen una poderosa influencia política en nuestro país, con infiltración en gobiernos locales, la militarización de la ingeniería civil ha suscitado mayor politización institucional, y la corrupción oficial sigue siendo un problema grave, mientras que en el marco de las libertades, están restringidas por la actividad criminal, desplazamientos forzados y extorsiones.
Para el índice de democracia de The Economist, México trae una tendencia de desdemocratizadora desde 2014, hasta colocarse como Régimen Hibrido entre 2021 y 2023, con tendencia a la regresión (antes de la abolición del Poder Judicial y los órganos autónomos), con problemas de funcionamiento gubernamental, una muy deficiente cultura política y derechos civiles en descenso, por debajo de Ecuador, Tanzania, Madagascar, Hong Kong y Georgia, y por encima de Ucrania, Kenia, Marruecos y Bosnia. Nuestra realidad actual, es que ahí competimos.
México sí tenía un régimen con reglas democráticas, que no se ejercían, ni se practicaron a plenitud, ni se culturizaron entre la población, ¿había un régimen democrático antes del 2018? La respuesta es sí, pero no había una democracia liberal más allá de la confusión de la democracia electoral malentendida como democracia en sí misma. Así como el periodo transicional mexicano comienza en finales de los 70, la caída de la democracia no comenzó en 2018, comenzó al menos en la primera década del 2000, se profundizó con el Pacto por México, se potenció entre 2018 y 2021 y concluyó en 2024 con la Reforma Autocrática del Estado, que abolió la autonomía Judicial y la regulación autónoma. La siguiente pregunta de muchos es ¿se puede transicionar nuevamente a la democracia? Yo creo que sí, pero tendrá que venir una nueva generación con otras reflexiones; mordaz sobre lo que ocurre ahora, y con una crítica sólida y sin autocomplacencias sobre lo que ocurrió con la mal lograda transición.