QUEBRADERO

100 días con una Presidenta

Javier Solórzano Zinser
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Javier Solórzano Zinser *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: Imagen: La Razón de México

El 8 de enero se cumplen los primeros 100 días del Gobierno de Claudia Sheinbaum. Seguramente habrá vítores por doquier. Los gobiernos viven más de lo que dicen que de lo que hacen.

Desde hace algunas semanas Claudia Sheinbaum informó que en enero vendrían cosas importantes, lo que hace pensar que podría dar a conocer proyectos nuevos o algo parecido para echar a andar, ahora sí, con más peso propio su administración.

No vemos ni por asomo un rompimiento con López Obrador, pero sí es probable que a lo largo de estos 100 días haya visto los muchos problemas que le ha heredado su antecesor, lo que la obligará a hacer ajustes en áreas en que en el anterior sexenio no sólo eran intocadas, sino, sobre todo, reconocidas cargadas de la maquinaria propagandística que López Obrador echó a andar desde el primer minuto de su gobierno.

Sigue siendo un enigma lo que terminará pasando con las obras emblemáticas del sexenio. Sin entrar en los terrenos de su importancia, lo cual ha sido motivo de grandes debates entre especialistas, es un hecho que en su construcción hay muchas más dudas que certezas y, sobre todo, siguen siendo brutalmente costosas.

El Gobierno no puede seguir haciendo cuentas alegres con la economía. La deuda, por más que se asegure que se tiene bajo control, porque buena parte de ella está en pesos, ciertamente en algún sentido ayuda, pero no resuelve la cuestión de fondo, hay que pagar.

Su crecimiento fue desbocado en el pasado sexenio como no había sucedido en sexenios anteriores, lo cual mereció la crítica sin pasar por alto que dejaron al país con grandes deudas que se siguen pagando en todos los sentidos. López Obrador aseguró que no iba a endeudar al país, pero al final resultó no sólo como los otros, sino en esta materia terminó por ser una versión corregida y aumentada del vituperado pasado.

Este tema junto con el pronóstico del crecimiento-país nos tiene ya entre coyunturas delicadas para el manejo de los dineros y la instrumentación de los programas sociales, se puede acabar la lana. Habrá que ver de dónde se consiguen los recursos; algo sobre esto podría ser abordado el 8 de enero.

En seguridad hay matices que se tienen que identificar. Estamos muy lejos de atemperar el gran problema del país, pero se han presentado detenciones importantes. La Operación Enjambre en Edomex mostró un camino, el cual hoy muchos gobiernos estatales exigen para ellos.

Lo que ya es un galimatías, es la reforma al Poder Judicial. Las elecciones de junio, por más inéditas que sean y nos coloquen bajo el supuesto de la democracia total, son un problema que no se ve cómo se va a resolver. Lo más preocupante de todo es que nos traten de hacer ver que todo camina, pero que al menos en dos años veamos las funestas consecuencias de lo que hoy se está haciendo.

Otra cuestión igual de delicada es cómo le va a hacer la Presidenta con la llegada de Trump. Son muchas las amenazas del futuro presidente, la más seria y trascendente es la de considerar a los jefes de la delincuencia organizada como “terroristas”, las implicaciones de esto caen en los terrenos de la soberanía y seguridad nacional.

La Presidenta tiene a la mano cambiar los términos de la relación con Donald Trump. En el tema migratorio Sheinbaum va a tener que hilar fino y tratar a toda costa de hacer ver el fenómeno migratorio como multilateral. Es un buen discurso para la tribuna, pero no va a servir de mucho hablar de que a México se le respeta y que los migrantes son valientes, las cosas están en otra cancha.

Cien días de tiempo inéditos en que lo más importante es que nuestro país es gobernado por una mujer.

RESQUICIOS.

Se acercan las definiciones en Venezuela. Maduro le pone precio a la cabeza de Edmundo González mientras que éste recorre América Latina para hacer valer su “victoria”. El Gobierno mexicano está con Maduro y para evitarse problemas mejor ve el partido desde la tribuna.

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