La Constitución venezolana marca este 10 de enero como el día de toma de posesión del nuevo gobierno. Según las actas de la jornada electoral dadas a conocer por la oposición, Edmundo González debería ser nombrado presidente; sin embargo, será Nicolás Maduro el que asuma un nuevo mandato en medio de un escándalo internacional de grandes proporciones.
La oposición afirma que la victoria de González fue no sólo clara, sino aplastante. Las evidencias que presentan respaldan su afirmación. Por el otro lado, aún ante las reiteradas peticiones de los observadores internacionales, el oficialismo se ha negado a presentar las actas de la elección que certifiquen su victoria. Simplemente la han declarado y esperan que todos aceptemos este hecho.
González, quien había huido a España ante la orden de arresto que se giró en su contra al considerársele un agitador, ha iniciado una gira en América para tratar de fortalecer su posición antes del día 10. Ha declarado que ingresará a Venezuela para tomar protesta y tendrá en los próximos días una entrevista con Biden y con Trump, para buscar el apoyo de Estados Unidos en esta faena.
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Si bien gran parte de los países americanos, junto con la Unión Europea, han reconocido a González como presidente electo o han, al menos, pedido al chavismo que publique las actas para aclarar que no hay fraude en la elección, el oficialismo piensa tomar posesión sin más explicaciones y mostrando fuerza. Ya han amenazado a cualquiera que intente impedir el inicio del nuevo mandato, incluso se han manifestado listos ante un intento de golpe de Estado o invasión extranjera. La población está amedrentada y parece poco factible que haya manifestaciones mayores. Así, sin poder de movilización, la oposición se ha quedado sin dientes y tendrá que observar cómo el dictador finge la culminación de otra victoria electoral.
La pregunta es qué postura tomará la administración Trump. Con la bandera de la migración al frente de su campaña, el republicano podría regresar a la estrategia de su anterior mandato: iniciar con un discurso agresivo y de mano dura contra Maduro, mientras, por lo bajo, busca beneficiarse del petróleo barato. Probablemente busque incluso algún trato para no meterse con Maduro a cambio de que Venezuela acepte la repatriación de migrantes, lo que implicaría una verdadera tragedia humana para los que justo han buscado asilo político huyendo de un régimen asesino y represor.
Maduro tomará posesión este 10 de enero. No hay forma de evitarlo. Su caída no vendrá del exterior y al interior no hay suficiente fuerza para derrocarlo. Las sanciones internacionales continuarán y el pueblo sufrirá las consecuencias de la ambición del puñado de criminales que lo gobiernan.