POLITICAL TRIAGE

Cuando el planeta ruge

Montserrat Salomón
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Montserrat Salomón *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: La Razón de México

En el último semestre hemos sido testigos de grandes desastres naturales en Estados Unidos. Desde los huracanes y tormentas que devastaron el estado de Florida, hasta los actuales incendios en California. De costa a costa, el clima ha mostrado su fuerza destructiva. Millonarias pérdidas económicas, muertes y familias que tendrán que plantearse un nuevo comienzo, es la realidad que cada vez es más recurrente debido al cambio climático.

Este año se rebasó por fin la barrera de los 1.5 grados de temperatura. Esa temida barrera que desde el protocolo de Kioto en 1997 se ha tratado de evitar. Sabemos que EU fue uno de los países que más se opuso a las medidas sugeridas a partir de esa cumbre y en las subsecuentes. Sabemos que EU es uno de los principales generadores de contaminantes que provocan el calentamiento global. Sabemos que ahora las consecuencias están tocando a su puerta.

Siempre ha habido huracanes en Florida. Los incendios en California tampoco son una novedad. Sin embargo, el aumento en la regularidad de estos eventos y la intensificación de su poder destructivo sí es algo inédito. Los Ángeles, una ciudad rica dentro de un país poderoso, no ha podido evitar que su crisis hídrica siga en aumento. Ahora, con los vientos de Santa Ana alcanzando intensidades huracanadas y llevando las llamas de una colonia a otra, los hidrantes se encuentran vacíos, sin presión y sin posibilidad de detener la catástrofe. La naturaleza puede más que el dinero.

Si pensamos que estos desastres nos harán reflexionar y buscar formas de vida más sustentables, estamos equivocados. Para muestra tenemos al próximo presidente estadounidense quien, además de ser un negacionista del cambio climático, muestra claramente su idea de anteponer la ganancia económica y la acumulación del poder a cualquier otra finalidad. Su loca idea de hacerse con Groenlandia no tiene otro fundamento que el buscar explotar los yacimientos de petróleo y litio que existen en la isla. Además, el deshielo que presenta el ártico, que es una tragedia ecológica sin precedentes y que afectará a millones de personas por el alza del nivel del mar, es visto por él y su equipo como una oportunidad de comercio ante las nuevas rutas marítimas que permitirá. No sólo no hay marcha atrás en las actitudes que nos han llevado a este problema, sino que se redobla la apuesta.

Tendremos que adaptarnos a una nueva realidad. Aprenderemos a sobrevivir en nuevas condiciones. Esperemos que juntos podamos encontrar una respuesta que nos permita equilibrar nuestro desarrollo con el cuidado del medioambiente. Como puede verse, éste no es un problema de unos países que viven en la precariedad, es un asunto global que debe anteponerse a cualquier agenda personal.

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