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El mal prólogo de 2025 para América del Norte

Antonio Michel Guardiola
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Antonio Michel Guardiola *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

La recta final hacia la revisión del Tratado de Libre Comercio ha iniciado con un tropiezo. Las primeras dos semanas han sido el escenario de la renuncia del primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, de comentarios desafortunados del presidente electo Donald Trump, siquiera antes de tomar posesión, y México con un posicionamiento adverso a una armonización regional.

El Gobierno y el sector empresarial mexicano deben concentrarse en plantear la mejor estrategia para navegar estas aguas turbulentas y evitar el naufragio.

Hay que recordar que Trump acabó con el TLCAN hace 8 años y obligó a la renegociación que culminó en el T-MEC. En ese momento, México hizo una gran labor de equipo público-privado para la negociación. Hasta el momento no se ha concertado una articulación sólida con el sector empresarial que pueda hacer frente a la avalancha recargada de Trump.

Sin tomar posesión aún, Trump ya amenazó con imponer aranceles hasta de un 25 por ciento, que probablemente en la práctica no llegará a ese extremo, pero entre un 10 o 20 por ciento también sería devastador. El gobierno de Sheinbaum ha anunciado que respondería con las mismas medidas, haciendo hincapié en que a EU también le repercutiría entrar en una guerra arancelaria.

Sin embargo, no estamos en igualdad de condiciones, pues la economía y el comercio de México dependen mucho de esa relación. El 80 por ciento de las exportaciones mexicanas se dirige al norte, 10 por ciento de nuestra población reside en territorio estadounidense y las remesas son la principal entrada de divisas extranjeras. Entrar en una dinámica de dimes y diretes con Trump sólo incrementará la tensión y podría orillar a un Trump más radical e irascible a concretar sus promesas.

Por otro lado, Canadá atraviesa su propio mar tumultuoso. Trudeau renunció tras la presión que recibió al interior y al exterior de su partido, exacerbada tras la salida de la ministra de comercio, Chrystia Freeland, quien renunció ante la dificultad de lidiar con Trump y el escenario potencial de una guerra arancelaria. Con un parlamento suspendido y un caos en el Ejecutivo, Canadá tampoco puede salvar a México en el corto plazo.

Trump es un hombre impulsivo, con un ego por los cielos y ahora respaldado por una validación que le ha dado el pueblo estadounidense a sus ideas y narrativas populistas. Por lo tanto, la tentación y la propensión a radicalizarse serán mayores; ya se ha visto en sus anuncios de cambiar el nombre del Golfo de México, apoderarse del Canal de Panamá y de Groenlandia, así como convertir a sus vecinos en dos estados más de su país.

La estrategia de Sheinbaum hacia América del Norte debe responder a lo esencial para la integración económica. Ni Trump ni Canadá son los mismos que hace 8 años, por lo que la estrategia también debe adaptarse. Sheinbaum debe coordinarse con el sector empresarial para juntos liderar el diálogo hacia la negociación que sí podría cambiar la historia de México. El prólogo no es prometedor, está en México modificar el resto del libro.

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