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James, luz y sombra

Daniel Alonso *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Nació en Cúcuta, Colombia, en 1991 con una zurda privilegiada. Con tan sólo 17 años, vistiendo la camiseta de Banfield, se volvería en el extranjero más joven en debutar y marcar gol en el futbol argentino. Desde ese momento, la carrera de James Rodríguez ascendía y llamaba la atención de varios equipos europeos como el Udinense o la Juventus; pero fue el Porto, quien fichó a James en 2010 para consagrarse con refuerzos cafetaleros.

Consagrado en el futbol portugués, el 10 de Colombia apuntaba a lo más alto del futbol europeo y después de su magnífica participación con su selección en el Mundial de Brasil 2014, James Rodríguez daba el salto a la élite del futbol con nada más ni nada menos que el Real Madrid. Formó parte de una plantilla de ensueño con jugadores como Cristiano Ronaldo, Toni Kroos, Gareth Bale, Karim Benzema, Luka Modric, Ramos, Keylor Navas, etc. Un equipo armado para competirle al Barcelona de Messi y compañía.

Pero una vez que James alcanzó el cielo futbolístico y era momento de demostrar que era digno de portar la camiseta número 10 del Real Madrid, su brillo y su maravillosa zurda comenzaron a opacarse poco a poco. Tras dos años en el Madrid, y aún con contrato vigente, fue cedido al Bayern Múnich durante dos temporadas. El equipo alemán no hizo valida la opción a compra y el jugador regresó al Real Madrid para ser vendido de manera inmediata al Everton de Inglaterra, el último club de las ligas top en Europa. Vendría el Al-Rayyan de Qatar, Olympiacos de Grecia, Sao Paolo de Brasil y, finalmente, el Rayo Vallecano hasta hace unas semanas.

En estos últimos equipos, James siempre salió de manera intempestiva y con más pena que gloria. Fue abiertamente criticado por medios de comunicación por su bajo compromiso y su debilidad por la fiesta. Después de Porto y la primera temporada en el Real Madrid, James Rodríguez no volvería ser un referente en el futbol a nivel de clubes.

El colombiano y su talento natural parecen encontrar siempre una inspiración cuando se viste con la camiseta de Colombia. Ha sido el ídolo que encabezó la generación que le daría nuevamente el protagonismo en Sudamérica y a nivel internacional. Apenas el año pasado, el capitán del equipo cafetero se lució en la Copa América, siendo pieza clave para que su equipo llegara a la final ante Argentina para perder de manera muy cerrada el duelo ante la campeona del mundo. James sería nombrado el mejor jugador del torneo.

Ésa es la gran incógnita que pronto se resolverá con el León que apostó fuerte con su fichaje. Y que vale la pena celebrar porque a veces esos futbolistas tan extraños, simplemente buscan su lugar para nuevamente brillar. Tal vez será el Bajío la tierra que le dé a la figura colombiana su segundo aire, y le regale la calidad que tiene en esa zurda a la Liga MX que hoy está algo chata en cuanto a verdaderas figuras como André Gignac. Además, Colombia está cerca de calificarse al mundial en donde seremos sede, lo cual también es atractivo para la promoción de la justa mundialista en México. Héroe o villano en México, James y su futbol tienen la última palabra.

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