Para el mundo, el acuerdo de cese al fuego entre Hamas e Israel es sólo una noticia, pero para nosotros, que hemos luchado durante meses por un momento que pensábamos nunca llegaría, que salimos a las calles semana tras semana y vimos, uno tras otro, a los rehenes que en nuestra imaginación se convirtieron en una especie de familia lejana, morir, este momento es profundamente personal.
No se trata de un final feliz; al contrario. El acuerdo, que es prácticamente el mismo que presentó el presidente Biden en mayo de 2024, debería haberse firmado hace meses. Las vidas de Hersh, Carmel y las de cientos de palestinos e israelíes más podrían haberse salvado. Pero hoy, por primera vez en 467 días de pesadilla, podemos tomar un primer respiro.
Se vienen semanas de mucho dolor. El acuerdo, en su primera fase, contempla una liberación por partes que tardará seis semanas: 33 rehenes, de los cuales sólo alrededor de 20 están vivos, regresarán a casa en tandas. Primero las mujeres, luego los hombres mayores de 50 años y después los jóvenes con problemas de salud; primero los vivos y luego los muertos. A las escenas del reencuentro de familias que han sufrido lo inimaginable le seguirán las imágenes de ataúdes, incluidos, al parecer, los de dos niños. Sus familias, finalmente, podrán despedirse de ellos. En Gaza, podrán dormir por primera vez sin el estruendo y el miedo de los bombardeos, y cientos de miles regresarán a sus hogares, miles de los cuales se han convertido en escombros.
Algunos dicen que éste es un logro de Trump, quien prácticamente forzó al gobierno de Netanyahu a aceptar el trato. Tan amargo fue el trago para aquel que se opuso una y otra vez a negociar que, en uno de los momentos más históricos del país, el primer ministro, cobarde, no se dirigió a la nación. Otros argumentan que esto es el resultado del trabajo de año y medio de Biden, un esfuerzo diplomático como pocos en la historia. No hay que olvidar tampoco a las familias de los rehenes que, pese al dolor, lucharon sin cansancio, ni al público israelí que no se dejó vencer. La realidad es que el acuerdo es el resultado de todos estos esfuerzos. Pero para quienes hemos estado junto a las familias durante meses, lo único que importa es que Omer, Roni, Shlomo, Matan y los otros 94 regresen a casa ya.