En la presentación del Plan México el gobierno informó que “ya se tiene un portafolio de inversiones nacionales y extranjeras de 277 mil millones de dólares en 2 mil proyectos (¡¿!?)”, inversiones que son directas, destinadas a la producción de bienes y servicios, con los que satisfacemos nuestras necesidades, variable con la que se mide el crecimiento de la economía; a la creación de empleos, ya que para producir alguien tiene que trabajar; a la generación de ingresos, ya que a quien trabaja se le paga por hacerlo; empleos e ingresos que son condiciones del bienestar, que debe ser el resultado de la generación personal de ingreso, no de la redistribución gubernamental del mismo.
Necesitamos más inversiones directas, independientemente de que se trate de capitales nacionales o extranjeros. Lo que importa es que sean capitales y que se inviertan directamente en México.
(Una manera de medir la inversión directa es por el comportamiento de la inversión en instalaciones, maquinaria y equipo, que proporcionan la infraestructura física para poder llevar a cabo la producción de bienes y servicios. En términos anuales, en octubre de 2023, dicha inversión creció 24.2%. Un año después, en octubre de 2024, decreció 4.5%. En términos mensuales, en octubre del año antepasado, creció 2.6%. Un año después, en octubre del año pasado, creció 0.1%. Urge recuperar el crecimiento de la inversión directa. El Plan México, ¿lo conseguirá?).
Triple exhibida al Gobierno de Durazo
¿Qué es lo primero que llama la atención del Plan México? Que el gobierno reconoce la importancia de las inversiones directas del sector privado, que no deben considerarse (como las consideran los gubernamentólatras, quienes creen que el gobierno lo puede y debe todo), como complementarias a las del gobierno (de hecho el gobierno no debe invertir directamente en la producción de bienes y servicios, no debe jugarle al empresario, no debe tener empresas), sino como la principal (de hecho debe ser la única), fuente de producción de satisfactores, de creación de empleos, de generación de ingresos, de bienestar.
¿Qué es lo segundo que llama la atención? Que, de manera congruente con el reconocimiento de la importancia de las inversiones directas del sector privado, ya se tienen contemplados 2 mil proyectos (¡¿!?) de inversiones directas, que involucran 277 mil millones de dólares, que por el momento son eso, proyectos, que tendrán que irse concretando a lo largo del sexenio. ¿Se concretarán todos?
¿Qué es lo tercero que llama la atención? Que se habla de 277 mil millones de dólares de inversiones directas, nacionales y extranjeras, sin la desconfianza que muchas veces ocasionan, en muchos gubernamentólatras, producto de la mentalidad masiosare, las inversiones directas de capital extranjero, debiendo tenerse en cuenta que lo importante es dónde se invierten los capitales, no dónde se originan.
Los tres puntos anteriores son importantes, sobre todo si comparamos con la actitud que tuvo el gobierno anterior con relación a las inversiones directas del sector privado. Se aprecia un cambio. ¿Qué tan amplio, profundo y duradero? ¿Qué tan bien fundamentado? ¿Qué tanto en el marco de la economía de mercado (todos los derechos para todos los empresarios), y qué tanto en el del capitalismo de compadres (algunos privilegios para algunos empresarios)?
Continuará.