ANTINOMIAS

La discriminación y la discusión por la película Emilia Perez

Antonio Fernández
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Antonio Fernández *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

El tema de la discriminación es tan profundo y ancestral como la humanidad misma, pues a lo largo de la historia existen numerosas muestras de ello. Podemos remontarnos al Imperio romano, donde eran discriminados los foráneos y sólo los patricios gozaban de todos los derechos civiles y políticos, situación que no ha cambiado mucho a lo largo de la historia.

En todas partes del mundo ha existido discriminación por diversas razones. La principal ha sido la raza, pero también por el sexo, color de piel, religión, afinidad política, preferencia sexual, hasta llegar a las nuevas formas de discriminación, como la transfobia, que afecta a las personas cuya identidad de género no coincide con el sexo con el que nacieron.

La discriminación transfóbica o transexual se refiere a la discriminación de las personas trans, las cuales todavía no logran ocupar un lugar dentro de la sociedad, pues no se logra poder clasificarlas. Ante ello se genera una discusión pública, como sucede con su posible participación en las competencias deportivas, así como su falta de regulación por parte del Estado, situación que todavía se encuentra en construcción.

En el mundo actual, tenemos como principal fuente de formación social y al mismo tiempo de discriminación a los medios de comunicación y redes sociales, ahí es donde se gestan y se manifiestan todas las filias y fobias sociales, donde desde el anonimato se pueden mostrar las personas tal y como son, muchas veces, sin escrúpulos, despiadadas, violentas y sobre todo discriminatorias hacia todo lo que es diferente.

Una muestra de la discriminación en los medios de comunicación ha sido la discusión que ha generado la película musical Emilia Pérez, dirigida por Jacques Audiard, la cual trata de la vida de un narcotraficante mexicano y su conversión en mujer, es decir, en una persona trans. El tema desde luego es muy original, toma como prototipo al clásico macho mexicano en su escala más alta, la del narcotraficante, para convertirlo en una mujer trans, lo cual parece inaudito.

La película puede ser buena o mala; eso no importa. Lo que debemos de tomar en cuenta es que es una película, es decir, es ficción, no es un documental o una historia real. Al ser ficción, el director se puede tomar todas las atribuciones que quiera, como otorgar el papel de la esposa del narco a Selena Gómez, quien no es mexicana, ni tiene acento mexicano, pero es famosa y vende muy bien sus películas a nivel mundial, y eso es lo que seguramente tomó en cuenta el director.

Por otra parte, si queremos ver una producción con un tema trans, y un México real, tenemos una gran serie mexicana producida por Netflix, que se llama El Secreto del Río, que trata sobre la comunidad muxe en Oaxaca y la diversidad LGBT. Sin embargo, de ella se habla poco, pues no salen grandes estrellas, ni fue dirigida por un extranjero, y por lo tanto los medios de comunicación y las redes sociales la ignoran.

Pareciera que gran parte de las críticas hacia la película Emilia Pérez tienen raíces chovinistas: un director francés, una actriz estadounidense y un México distorsionado. Pero no debemos olvidar que es sólo una película. A pesar de todas las críticas, ha ganado y seguirá ganando premios, lo que finalmente deseaba el director.

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