En la primera fila de invitados a la toma de protesta de la segunda presidencia de Donald Trump estarán dos grupos de personas que nos darán muestra de un par de ejes que dominarán al nuevo gobierno: el poder desmedido de los grandes capitales y la intolerancia apalancada en un discurso ultranacionalista.
Por un lado, 6 directores ejecutivos de varias de las compañías más ricas e influyentes del mundo tecnológico darán cuenta del enorme poder y manga ancha que tendrán las grandes firmas y las redes sociales, así como de su asociación con el poder político. Se trata de los CEO de TikTok, Shou Zi Chew; Meta, Mark Zuckerberg; Amazon, Jeff Bezos; Apple, Tim Cook; Google, Sundar Pichai, y de Tesla, Elon Musk, que ostenta el título de la persona más rica del planeta.
Esta asociación es la más simbólica, pues grandes empresas de Silicon Valley han dado un giro acorde con el discurso trumpista, como el caso de Zuckerberg que hará que sus sitios como Facebook eliminen cualquier vestigio de verificación de información falsa y de límites en la moderación de contenido que ataque a grupos minoritarios. El caso de Musk es el más llamativo, pues no sólo tendrá una relación cercana con el presidente, sino que directamente formará parte de la estructura del Estado, llevando el conflicto de interés a su máxima expresión.
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Y no es el único multimillonario en esta circunstancia, pues Trump ha anunciado que su gabinete estará compuesto al menos por otros 12 billonarios. Junto con Elon Musk, el llamado Departamento de Eficiencia Gubernamental será codirigido por Vivek Ramaswamy, de la industria farmacéutica. El de Educación será dirigido por Linda McMahon, quien es una de las altas ejecutivas de la WWE, sí, la empresa de lucha libre estadounidense. El de Comercio será dirigido por Howard Lutnick, un magnate de Wall Street. Scott Bessent, famoso por manejar enormes fondos de inversión y haberse enriquecido especulando con monedas extranjeras, será el secretario del Tesoro, por mencionar sólo algunos.
Hace más de un siglo, en la época de oro del capitalismo salvaje en Estados Unidos con figuras como los Rockefeller (petróleo), Carnegie (acero), Vanderbilt (ferrocarriles) o J. P. Morgan (banca), la unión del poder económico con el político llevó al enriquecimiento desenfrenado de unos cuantos a costa del resto, pero en esos tiempos los millonarios tenían la decencia de no formar parte del gobierno. Hoy ya ni eso.
Por otro lado, por primera vez en la historia estadounidense se invitó a jefes de Estado extranjeros, lo que también da muestra del tipo de discurso que Trump promoverá por el mundo, pues lo mismo se invitó a Viktor Orbán, destructor de la democracia en Hungría; Javier Milei, el estrambótico presidente libertario de Argentina; Nayib Bukele, el dictador milenial de El Salvador, o Giorgia Meloni, quien llevó a la extrema derecha de nuevo al poder en Italia con un partido que surgió con los restos del movimiento fascista de Benito Mussolini.
Mucho será lo que tendremos que analizar y discutir sobre los cambios que Trump traerá a la política local y al escenario internacional, pero estas dos guías: el capitalismo haciéndose más voraz y el nacionalismo empujando para silenciar la crítica y aplastar las oposiciones, serán dos de los lentes con que habrá que leer cada paso de Trump.