POLITICAL TRIAGE

Trump 2.0, el drama continúa

Montserrat Salomón
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Montserrat Salomón *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: La Razón de México

Estados Unidos es una república democrática. Sin embargo, muchos piensan que ha coronado a su primer gobernante absoluto en la figura de Trump. Ante el espectáculo de las masas apoyando acríticamente cualquier cosa que él diga y el control que tiene sobre el Poder Legislativo y el Judicial, parecería que el presidente podrá hacer y deshacer a su antojo por los próximos cuatro años. Sin embargo, los equilibrios institucionales de una de las democracias más sofisticadas del mundo aún pueden darle batalla al magnate.

En EU se cuenta con tres poderes. Trump encabeza el Ejecutivo y su partido tiene la mayoría en ambas Cámaras del Poder Legislativo. Este punto le da una gran libertad para gobernar impugnando y creando leyes a su antojo y conveniencia. Sin embargo, la mayoría que logró el Partido Republicano no es suficientemente amplia como para hacer reformas constitucionales de gran calado; en ninguna de las dos alcanza una mayoría calificada, por lo que el margen de maniobra es estrecho y necesitará negociar con los demócratas si es que buscan realizar cambios de alto perfil como los prometidos por Trump en campaña.

Por el lado del Poder Judicial, Trump sabe que encontrará innumerables obstáculos en los distintos tribunales locales y estatales. Su administración se verá entorpecida por las constantes decisiones judiciales que contravendrán sus deseos y que irán escalando poco a poco hasta llegar a la Suprema Corte. Aquí el tiempo será el aliado de los demócratas que buscarán dilatar cada decisión del gobierno en funciones. Trump cuenta con que la victoria estará asegurada una vez que las controversias lleguen a la Suprema Corte, que cuenta con una mayoría conservadora, en la que él mismo nombró a tres de sus integrantes. Sin embargo, el máximo tribunal ha demostrado que, si bien tiene tendencias conservadoras, no está dispuesto a ser comparsa de un presidente al fallar en su contra en ya varias ocasiones. La Suprema Corte, a diferencia de lo que ha venido sucediendo en las Cámaras de Representantes, ha querido dejar en claro su independencia con respecto al Ejecutivo.

Sumado a estos mecanismos, Trump encontrará oposición en los gobiernos estatales y locales. Desde querellas en tribunales a la obstaculización de sus mandatos en cada oficina burocrática, los demócratas están ya listos para hacer de estos cuatro años una pesadilla no sólo para el presidente sino para todos. Preparémonos para la era Trump 2.0 porque promete ser un drama sin precedentes.

La política estadounidense está en un momento álgido que ha demostrado tener potencial de tragedia. Esperemos que en ambos lados quepa la mesura y que la crispación ceda a la reconciliación social. Sería lamentable ver más brotes de violencia.