Para México estas son las amenazas que Trump trae consigo: (i) deportación de indocumentados; (ii) aranceles; (iii) impuesto a remesas; (iv) renegociación del T-MEC; (v) repatriación de empresas; (vi) declarar terroristas a los narcotraficantes mexicanos. Las analizo suponiendo que se concretan de la peor manera posible para México, explicando cuáles podrían ser sus consecuencias. Ayer vimos aranceles, hoy toca impuesto a remesas.
Impuesto a remesas.
Las remesas son los dólares que los mexicanos que viven y trabajan en Estados Unidos envían a sus familiares en México, y se han convertido en una importa fuente de “ayuda extranjera”. Al pasado mes de noviembre (todavía no tenemos los datos para diciembre), el envío de remesas sumó 59,517.68 millones de dólares, y la remesa promedio fue de 395 dólares, cantidad de la que dispusieron los receptores de la misma, 7,423.19 pesos al mes (al tipo de cambio promedio de noviembre).
Las remesas han aumentado año tras año. En 2019 sumaron 36,438.6 millones de dólares. En 2020, 40,606.5 millones, 11.4% más. En 2021, 51,593.9, 10.2% más. En 2022, 58,497.4 millones, 13.4% más. En 2023, 63,312.6, 8.2% más. En 2024 podrían haber sumado 64,928.4 millones, 2.6% más.
Gravar con un impuesto del 10% el envío de remesas no tiene el objetivo de incrementar la recaudación (aunque esa sería una de sus consecuencias), sino combatir el lavado de dinero, producto del narcotráfico. Se calcula que, más o menos, el 10% del envío de remesas es producto del narcotráfico, y que se envían como una manera de lavar ese dinero. Trump pretende desincentivar dicha práctica con el impuesto (habrá que ver si lo consigue, lo cual no sucederá si la ganancia por enviar remesas, con el fin de lavar ese dinero, es mayor que el costo de pagar el impuesto), por el cual pagarán justos (quienes reciben remesas que no son producto del lavado de dinero, el 90% del total), por pecadores (quienes reciben remesas que sí son producto del lavado de dinero, solamente el 10% del total).
Supongamos que el impuesto es eficaz y que el 10% del envío de remeses, producto del narcotráfico, se frena. Ello no implicaría, de ninguna manera, que los narcotraficantes renuncien a sus actividades: el que no puedan lavar ese dinero no quiere decir que vayan a renunciar a él. La opción sería acumularlo, dólar sobre dólar, en algún lugar seguro. Eliminar el lavado de dinero no implica acabar con el narcotráfico.
Lo que sí implicaría sería una disminución del 10% en el envío de remesas a México, y por lo tanto, si esos dólares se cambian por pesos, una reducción en la oferta de dólares en el mercado cambiario, y por lo tanto, ceteris paribus, un aumento en el precio del dólar en términos de pesos, y por lo tanto, nuevamente ceteris paribus, el encarecimiento de todo lo importado, desde bienes destinados a la producción de satisfactores, con el aumento en los costos de producción de las empresas, hasta los destinados al consumo, a las satisfacción de las necesidades, con la reducción en el bienestar, lo cual, si lograr el mayor bienestar posible es el fin de la economía, resulta antieconómico.
Habrá que ver si el impuesto reduce el envío de remesas. Lo que no reducirá será la actividad de los narcotraficantes.
Continuará.