ANTROPOCENO

Donald Trump y Emilia Pérez

Bernardo Bolaños *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Se habla mucho de la película Emilia Pérez, producción francesa sobre México, premiada en Cannes. Pero antes de que llegue a nuestro país ya fue condenada por no ser suficientemente correcta. En columnas en Libération y El País, el filósofo Paul B. Preciado la llama “amalgama polisémica cargada de racismo y transfobia, exotismo antilatino y binarismo melodramático”. Lo curioso es que el film parece progresista y en él actúa Karla Sofía Gascón, actriz que es mujer trans, siendo su personaje más heroína que villana.

Antes de leer la reseña de Preciado, la peli me gustó por modificar la narrativa de las series sobre el narco, cambiando el tono sórdido del realismo policiaco por uno emotivo que le imprimen la danza y el canto. Porque es un melodrama, sí. Es un musical, sí. También lo era La ópera de los tres centavos de Brecht, lo cual nunca fue un argumento para no considerarla una obra maestra.

Emilia Pérez pone a los espectadores a reflexionar sobre la masculinidad tóxica de los narcos y la femineidad disruptiva de las mujeres trans. ¿Con un enfoque demasiado básico para expertos en estudios de género, como Preciado? Quizá. No se puede complacer a todo el mundo.

Sin embargo, después de leer la columna del filósofo de lo queer, me pregunté si estaba mal que hubiera disfrutado el film. De verdad, hice mi examen de conciencia. El problema es que muchas personas simplemente se hartan de tanto reproche y se distancian de estos temas. Es un hecho objetivo. Miles de electores demócratas en Estados Unidos se alejaron de las urnas entre 2021 y 2024, se dice que, por el wokismo, es decir, la corrección política extrema. Así ganó Donald Trump, quien en 2024 tuvo menos votos que Biden en 2021. Es decir, es falso que Trump arrasara. Lo que sí creció fue el desencanto de los electores progresistas, como diciendo: “¿Quieren que vote por ustedes para que de todas maneras me llamen racista y transfóbico, exotista antilatino y binarista melodramático? No gracias. Suerte”.

El caso de Emilia Pérez es un microcosmos del dilema cultural que enfrentan las sociedades progresistas: la lucha por la justicia social no puede transformarse en un campo minado de reproches constantes. Si cada intento de cuestionar narrativas tradicionales o abordar temas complejos es atacado como insuficiente, el resultado no será una mayor conciencia colectiva, sino una desconexión masiva.

Y no hay que equivocarse de adversarios. Una de las madres fundadoras del transfeminismo, la filósofa Judith Butler, advierte recientemente que no hay que confundir a un partidario de la neofascista Meloni (ese sí conservador) con una feminista con posiciones distintas a las del movimiento trans.

Donald Trump ganó en 2024 no porque convenciera a más personas, sino, en parte, porque supo capitalizar el hartazgo de muchos frente a la cultura de la culpa y de las tribus. Es un recordatorio doloroso de que, si queremos construir un mundo más inclusivo, debemos balancear la crítica con la empatía. Y, por qué no, permitirnos disfrutar una película imperfecta sin sentir que estamos cayendo en el lado incorrecto de la historia.

Temas: