En el mundo de la arquitectura y la fotografía contemporánea también se cuentan historias a través del ojo de grandes artistas que logran captar cómo una construcción toma vida, gracias a la gente.
Así es el trabajo del artista y fotógrafo Iwan Baan, quien se ha encargado de fotografiar las construcciones más representativas de la arquitectura contemporánea a nivel mundial.
Él tiene claro que las arquitecturas tienen que fotografiarse con personas, para tener una dimensión clara de dónde se está, cómo se vive, y quiénes pueden ocupar esos espacios.
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Es contextualizar con los estilos de vida de las personas que pueden interactuar con los muros, los colores y el diseño arquitectónico; y así es que se cuenta la historia de una obra estática que toma movimiento con quienes la pasean y la adoptan como un espacio para estar.
La fotografía que hoy le presento en este espacio, no fue tomada por Iwan Baan, sino por el fotoperiodista Félix Márquez de la Agencia AP y lamentablemente tampoco fotografió la última construcción moderna de creadores tan reconocidos como Herzog & de Meuron, sino que fue a buscar la historia de los migrantes en la frontera de Tijuana.
Así luce el puente peatonal de El Chaparral en Tijuana, con migrantes que son expulsados o que deambulan pensando en cuál será su siguiente movimiento: regresar a su país, quedarse en México e intentar llegar a Estados Unidos.
A solo dos días de la toma de protesta de Donald Trump como Presidente de Estados Unidos, las deportaciones no se han detenido y se dice que en El Chaparra van entre 80 y 100 personas al día.
De algunos se saben sus nombres, apellidos, edad y que ya habían sido retenidos en el MCC de San Diego; de otros no sabemos.
No les vemos sus rostros, como en la fotografía. Vemos sombras, siluetas de cuerpos que están detenidos, que hacen llamadas, que caminan, que aguardan, que platican entre ellos, y que miran hacia un futuro turbio.
Cada línea desigual, creando la sensación de olas blancas que reciben y que despiden.
La blancura del muro por la intensa iluminación en la zona, porque allí no hay quien se esconda, todos deben estar a la vista, nadie desaparece y nadie aparece porque sí.
Las grandes construcciones crean las líneas como una señalización silenciosa, pero ellos no se dan cuenta. Caminan sigilosos porque no saben que ese puente se construyó para retenerlos o para expulsaros.
No hay manera que se queden todo el tiempo allí, tienen que moverse. De eso se trata. Y lo que se viene en los siguientes días y meses, será catastrófico para un país que no está listo para ser el “Tercer país” que reciba a quienes expulse Estados Unidos por no contar con sus papeles de manera correcta.
La distancia que vemos entre un hombre y otro, se perderá en cuestión de horas.
No hay certezas ni para los de aquí que quieren ir para allá, ni para los de allá que tendrán que regresar acá.
La escena que capta Márquez es una construcción armónica de personas y construcción, mucho lo que hace Baan.
Las historias que ese puente ha podido escuchar, retener y que también ha tenido que expulsar le dan vida a esta foto que bien valdría estar expuesta en cualquier museo internacional de arte moderno.
Las crisis humanitarias dan vida, dan historias y dan imágenes como esta que se pueden ver una y otra vez.