La izquierda hegemónica nacional, dispuesta a continuar su robustecimiento desde una serena plataforma de interacción con el mundo, con suficiente apoyo popular y legitimidad para enfrentarse cívicamente incluso al presidente de Estados Unidos, Donald Trump y a sus amenazas, vive una nueva época.
A partir de la Presidenta Claudia Sheinbaum, luego de la reivindicación del diálogo y la construcción de una tregua tan deseable como inesperada, nace una nueva etapa donde las virtudes cardinales de la antigüedad son guía y refugio ante la probable tormenta: prudencia, templanza, fortaleza y justicia.
“Momentáneo éxito”, dicen unos; “gol” reconoce Carlos Loret; necesario responder cómo se cubrirán las ausencias en seguridad como efecto del desplazamiento de fuerzas militares a la frontera, dice Manuel J. Jauregui, voz de Reforma, quien reconoce astucia en la mandataria, una novedad elogiosa en una voz dura y sinceramente a la derecha.
Ejemplo del arte de la negociación y la gestión del poder en el escenario global, en los años 70 Henry Kissinger negoció la apertura de relaciones con la China de Mao Zedong y Zhou Enlai para debilitar a la URSS, logrando un cambio geopolítico sin guerra. Sheinbaum no representa más hegemonía global que la de una inteligencia eficiente, sensible y sabedora del respaldo mayoritario y abreva inspiración en la historia y el futuro.
Algo difícil de lograr para una oposición escondida caricaturescamente más en la mala vibra de las redes y en el buen dibujado cartonismo golpista. Y a quien se preguntaba la ausencia de alianza con Justin Trudeau, el junior del estadista mostró el cobre velozmente, redoblándose al sonoro retumbar del tambor de la propia irrelevancia política. Aceptó los términos de Trump contra México antes de ver desenfundada la pistola del bully cowboy.
Treinta días y veremos.
La nueva actualidad dialogadora estelarizada por Sheinbaum es visible también este martes desde el Patio del Antiguo Palacio del Ayuntamiento, en el encuentro entre el Gobierno de la Ciudad de México y la Organización de las Naciones Unidas. Clara Brugada, la jefa de Gobierno, y Peter Grohmann encabezaron las delegaciones.
Es la aspiración, enfatizó Rocío Lombera, coordinadora General de Asuntos Internacionales de la capital nacional, “continuar la co-creación de conocimiento y la co-generación de soluciones como eje central” en las relaciones con la ONU, en una ciudad celebrante de los 700 años de la fundación de la gran Tenochtitlan.
En contraste con Kissinger, quien priorizaba la estabilidad global por encima de los ideales democráticos, la capacidad de diálogo y liderazgo de Sheinbaum y Brugada asume las distintas voces en la toma de decisiones, impulsa el entendimiento frente a valores y tradiciones diversas y acepta que la verdad no es absoluta: se construye en el intercambio de perspectivas. Nueva épica.