GENTE DETRÁS DEL DINERO

FAMEX, economía de baja altura y satélites

Mauricio Flores. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Mauricio Flores. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: La Razón de México

Mañana inicia la versión 2025 de la Feria Aeroespacial Mexicana (Famex 2025), la que tiene como distintivo la espectacular exposición de aeronaves en tierra y exhibiciones de vuelo en la Base Militar de Santa Lucía; y en paralelo, el evento coordinado por el general Disraeli Gómez es la palestra sobre la que los fabricantes internacionales de artefactos voladores y sus componentes muestran sus innovaciones, soluciones y el desarrollo de nuevos y prometedores negocios que, ante la importancia que reviste para México la diversificación comercial y de inversión, requiere de políticas públicas específicas que ubiquen al espacio como fuente de los negocios del futuro.

Nuestro país no es poca cosa: existen aquí 400 empresas relacionadas con la industria aeroespacial y que exporta anualmente bienes por más de 11,200 millones de dólares; se trata de factorías esenciales de una industria internacionalmente articulada y que en nuestro país tiene a la Fuerza Aérea Mexicana como factor de cohesión institucional con una clara visión de negocios.

Dado que se trata de una industria de alta tecnología e involucra aspectos torales de seguridad nacional, es una prioridad la colaboración entre la Defensa Nacional al mando del general Ricardo Trevilla con las Fuerzas Armadas de Estados Unidos al mando de Pete Hegseth.

Y vaya que es relevante la relación: la Federación Mexicana de la Industria Aeroespacial (Femia) que preside Luis M. Azúa es la representación de empresas que ya poseen capacidad de armar un avión en México conforme la categoría TIER1 de empresas tractoras… siendo su meta pasar al nivel de especialización TIER2 que incluye la fabricación de motores y turbinas… y son el eje para abordar las oportunidades de la llamada “Economía de Baja Altura” y la nueva generación de Internet Satelital de cobertura global.

Así, FAMEX 2025 tiene como eje nodal la presentación de 90 conferencias magistrales, como la que impartirá el presidente mundial de Airbus, Guillaume Faury; el director en México de Safran, Alejandro Cardona, y el mismo Luis Azúa como director de

Bell México.

Entre las exhibiciones que prometen exponer las posibilidades de la “Economía de Baja Altura” (la movilidad aérea a menos de 500 pies), es el vuelo tripulado del artefacto autónomo iHan de la firma china eHang, de Huazhi Hu, que ya distribuye aquí la firma Air Mobility que lidera Cristina Lara Jiménez.

La FAMEX será también el foro para hablar de “El Espacio como Negocio” a donde se proyectan inversiones de un billón de dólares en los próximos 15 años, especialmente en lo que se trata de nuevas categorías de Internet, satélites y naves. Un ejemplo claro es la regiomontana Frisa, que dirige Marcelo Garza, fabricante de las toberas que impulsan las naves SpaceX de Elon Musk.

Y, bueno, la FAMEX 2025 podría ser el foro donde Altagracia Gómez anuncie el inicio del programa satelital del Plan México.

Ciertamente el contexto económico internacional no es favorable, por lo que urge recuperar la confianza perdida de los inversionistas sobre la gobernanza y Estado de derecho en México a fin de aprovechar la nueva frontera tecnológica.

Detecta CFE sobreprecio en carboeléctricas en Nava. La administración de Emilia Esther Calleja lo detectó y ya toma cartas en torno a lo que sucede en las dos carboeléctricas de CFE en Nava, Coahuila: una red de intereses atribuida a José Robles Olvera, director regional, quien suspendió la compra de diésel justo después de que Semar, al mando del almirante Raymundo Morales, decomisara en Tamaulipas un buque con 10 millones de litros de combustible presuntamente huachicolero.

Es sabido que las carboeléctricas —que tratan de adaptarse a la transición energética— consumen semanalmente 2.5 millones de litros de diésel.

Pero he aquí el dato en Nava: por cada litro se pagaba un sobreprecio de hasta 6 pesos, lo que generaba “utilidades” no precisamente para el Estado. La red detectada apunta hacia Poncho Becerra, operador que presuntamente cobraba comisiones del 10%, y a El Moches Robles, familiar con línea directa con diversos proveedores.

Claro, el equipo de Robles Olvera se justifica “técnicamente” al argumentar que para cumplir con las metas del Centro Nacional de Control de Energía (Cenace) requería flexibilidad operativa… y que si bien el diésel no es santo de devoción climática, tampoco es el diablo pues garantiza continuidad de generación en escenarios donde otras fuentes fallan.

Pero dado el hallazgo, Pemex y la FGR ya indagan la mecánica de ese sobreprecio, pues sospechan que el problema nunca fue el suministro de diésel para las termoeléctricas en Nava… sino quién se embolsa el ganancial.

A ver que más surge.

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