Uno de los precios importantes en la economía es la paridad cambiaria o el tipo de cambio, es decir, la relación de cambio que guarda el peso mexicano frente a otras monedas.
Es necesario recalcar que cuando hablamos del tipo de cambio, se trata de un precio, es decir, sus determinantes, bajo condiciones de libre mercado, en México, se refieren principal y necesariamente a condiciones de oferta y demanda de divisas en el sector privado. Aunque como en muchas economías de mercados emergentes que tienen esquemas de libre flotación, la determinación del tipo de cambio es a menudo intervenida por la autoridad a fin de moderar la volatilidad cambiaria. En segundo lugar, el tipo de cambio, en el corto plazo, suele reflejar las expectativas y preocupaciones económicas internas y externas.
Ello, en la medida en que los agentes económicos consideran a la moneda extranjera, el dólar, como un activo de resguardo de valor frente a eventuales deterioros en la situación económica. No obstante, en ausencia de episodios de fuerte actividad especulativa, como los que implicaron devaluaciones mayores en la paridad peso-dólar (la crisis del tequila en 1994, la gran crisis global de 2009, o la fuerte incertidumbre que provocó el ascenso del presidente Trump al poder), el determinante fundamental del tipo de cambio se encuentra en las condiciones de oferta y demanda de divisas, en particular, la posición que claramente señalan las cuentas externas en la balanza de pagos. En este sentido, son claras las condiciones de holgura en el mercado cambiario, debido a que la cuenta corriente de la balanza de pagos (exportaciones menos importaciones de bienes y servicios) muy probablemente alcanzará este año un déficit de apenas 8 mil millones de dólares, lo cual representa un requerimiento de divisas mucho menor frente al flujo de Inversión Extranjera Directa que superará los 30 mil millones de dólares. Para este año, en la medida que se estima un bajo crecimiento económico (alrededor de 1%), las cuentas externas no ejercerán una presión relevante que implique una depreciación del tipo de cambio en este año. Así, las presiones mayores provendrán del factor especulativo derivado de la mejora o deterioro de las perspectivas económicas.
En este sentido, la fortaleza del peso frente al dólar podrá verse acrecentada por varios factores: una solución más plausible al conflicto comercial entre China y Estados Unidos; la firma definitiva del T-MEC; el incremento de la liquidez internacional derivada del profundo relajamiento monetario a nivel global y, por una recuperación económica global mayor a la prevista.
Por el contrario, existen elementos que juegan en favor de una mayor depreciación del tipo de cambio: una baja en la calificación crediticia del soberano; menor crecimiento económico que implique presión sobre finanzas públicas con mayores niveles de gasto y déficit públicos; menor precio del petróleo respecto a lo presupuestado; elecciones en Estados Unidos que conlleven un discurso agresivo de Donald Trump, generando nerviosismo en los mercados y, mayor inestabilidad en Latinoamérica y otros mercados emergentes. Hasta ahora, el balance favorece a las fuerzas que podrían depreciar el peso mexicano frente al dólar con respecto de las fuerzas que podrían apreciarlo. La expectativa del consenso de la Encuesta Citibanamex para el tipo de cambio al final de este año apunta un nivel de 19.85 pesos por dólar, nivel 5.6% más depreciado respecto al nivel actual de 18.80.