¿Se puede triunfar en México o hay que salir al extranjero? (parte uno)

DE VICTORIAS Y DERROTAS

Alfredo Castillo<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Alfredo Castillo*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. larazondemexico

Para Gabriel Robinson El Chilpetin

Suele pasar que cuando unos padres tienen a un hijo que se destaca como el mejor o uno de los mejores tenistas infantiles o juveniles en México, y así lo presentan a amigos y conocidos en algún encuentro casual, el primer comentario que reciben de éstos es “Te lo tienes que llevar al extranjero. Aquí se va a estancar”.

Esta frase o argumento ¿Es percepción o realidad? ¿Por qué llevamos más de treinta años sin tener a un tenista profesional entre los primeros 50 del ranking mundial? ¿Qué hemos hecho mal? ¿Estamos condenados al fracaso o hay solución? ¿Qué podemos hacer cada uno desde nuestra trinchera?

Desde mi punto de vista son varios los factores que inciden por lo que se tiene que analizar desde una perspectiva integral. Para esta columna desarrollaré sólo uno de ellos. En dos o tres colaboraciones más, podré exponer los demás.

Primero. Jugar tenis puede ser barato, competir al máximo nivel es caro. Pongo un ejemplo. Tu ranking a nivel nacional en la categoría de 12 años es la suma de tus mejores siete torneos. Eso significa que tendrás que viajar mínimo siete semanas al año (lo normal es jugar de 7 a 12 torneos al año).

En este supuesto estarías pagando al menos 50 días de hotel, ya que cada torneo es en un estado de la República diferente (SLP, Querétaro, Edomex, Jalisco, Puebla, Yucatán, etc). Pero si ya estás dentro de los mejores del país y estos torneos son tan importantes, es probable que a la par de viajar con tu familia, te acompañe un entrenador o coach, por lo que ya estaríamos hablando de pagar mínimo 100 noches de hotel.

Cien días fuera de casa, equivalen a 300 comidas por persona (desayuno, comida y cena), multiplicado por papá, mamá, uno o dos hermanos (en esas categorías los jugadores suelen tener hermanos más pequeños o inclusive algún otro que compite también), más el entrenador, ya estaríamos hablando de 1,200 a 1,800 comidas durante estos torneos.

A esto hay que sumarle el sueldo del entrenador, boletos de avión, taxis, o si lo haces por tierra, casetas, gasolina, estacionamientos, más encordados, pelotas, bebidas hidratantes durante el entrenamiento y los partidos, el pago de árbitros y un largo de etcéteras más.

Todo este sacrificio en tiempo, dinero y esfuerzo, podríamos pensar que más que un gasto es una inversión si estás compitiendo al máximo nivel durante estas siete semanas. Sin embargo, esta situación que acontece para los de ranking medio o bajo, no lo es para los mejores cuando son muy superiores al resto.

Hoy por hoy, el número uno de la categoría de 12 años, tanto en hombres como en mujeres en México (Patricio Álvarez y Renata Pacheco) no tienen rival que ponga en peligro su jerarquía. Por lo que se podría afirmar que toda esta competencia, a los dos mejores exponentes de nuestro país, no los está haciendo mejores ni los está llevando al siguiente nivel.

Al quedarles “chica” la categoría de 12 años, el lector pensará que lo lógico es subirlo a la siguiente de 14 años. Sin embargo, la Federación no lo ve así, ya que para ellos el tenista que sube de categoría ya no puede regresar a la suya. En una analogía boxística, si dejaste la división de semicompletos para hacer una pelea en peso completo, nunca más puedes regresar a tu peso natural. Ante un riesgo tan alto y con una incertidumbre tan grande, más que premiar o motivar el intento, se castiga la osadía.

Entonces estos jugadores, que no tienen mayor competencia en su categoría, se mantendrán ganando con facilidad sin exigirse de más. El enorme potencial y talento del que gozan es suficiente para coronarse. Pero a esta edad ganar no significa mejorar. Y es aquí cuando uno recuerda la frase dicha al principio de esta columna “Se tienen que ir al extranjero porque aquí se van a estancar”.

¿Qué podemos hacer entonces para que estas promesas del futuro no se estanquen sino que por el contrario, mejoren y en lugar de uno o dos, tengamos diez o veinte?

Bajo la lógica de Ensayo/Error, lo primero que haría sería permitir que los jugadores puedan subir de categoría para poder medirse con rivales más fuertes, sin la condicionante de tener que abandonar definitivamente su categoría original.

Obvio se tendría que hacer de manera ordenada, siguiendo ciertas reglas, exponiendo ante un Comité Técnico de la Federación los razonamientos que justifican dicha solicitud.

Ejemplo. “En mi estado, región o sección no existe un solo jugador entre los primeros 20 del ranking nacional. Solicito autorización para subirme en estos torneos de categoría sin tener acceso a puntos del ranking nacional.”

La Federación podría contestar algo así como “Se autorizan estos torneos, por estar tal número de jugadores con estos rankings y por tener el solicitante estos scores en los últimos X meses. Dependiendo de los resultados del mismo, se someterá a evaluación las siguientes solicitudes. El jugador tendrá que presentarse a los Nacionales en su categoría hasta nuevo aviso.”

¿Qué es lo peor que podría pasar? a) El jugador se da cuenta que no tiene el nivel para subir de categoría y se regresa a la suya; b) El jugador tiene el nivel para competir con más grandes y de manera definitiva abandona la categoría inferior; o c) El jugador tiene la posibilidad de tener mayor competencia sin necesidad de hacer viajes tan largos al ser los torneos cerca de su lugar de residencia.

Algún otro lector dirá “Pues que se ponga de acuerdo con los jugadores de la categoría de arriba y que jueguen algunos partidos de entrenamiento, y que ahí mida si se debe de subir o no”.

En principio tendría cierta lógica, pero no es suficiente. Porque en entrenamiento puedes medir ciertos golpes, alcance, fuerza o resistencia, pero para ganar y ser campeón se necesita “saber jugar los puntos importantes”, “poder cerrar partidos de mucha intensidad” en pocas palabras tener mucha “cabeza o mente” y esa sólo se adquiere con la verdadera competencia en un torneo, no en partidos de práctica.

¿Qué otros factores inciden en el desarrollo de un tenista en edades tempranas? Eso lo veremos en la siguiente columna, partes II y III.

Temas: