Antonio Fernández Fernández

La distorsión en la percepción de la democracia

ANTINOMIAS

Antonio Fernández Fernández*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Antonio Fernández Fernández
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

“Para los que no tenemos creencias, la democracia es nuestra religión”

Paul Auster

La democracia es un sistema de gobierno que surgió en Atenas, Grecia, en el siglo VI a. C., concebida como el poder del pueblo, en la cual se tomaban las decisiones por una asamblea de ciudadanos, y no por un rey o emperador, como normalmente se gobernaba. La asamblea estaba conformada por ciudadanos, que no podían ser mujeres, esclavos o extranjeros.

Pasaron muchos siglos para que la democracia evolucionara, y fue con la ilustración francesa que surgieron las ideas de un gobierno elegido por los ciudadanos y no por designación divina; así con las ideas de libertad, igualdad y fraternidad, se realizaron las dos grandes revoluciones; la primera la de las trece colonias inglesas en Norteamérica, en 1775, para independizarse de Inglaterra, y la segunda la revolución francesa en 1789, la cual abolió el feudalismo, ejecutaron al rey Luis XVI, y realizaron la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y de los Ciudadanos.

En México, nuestra democracia nació en 1824 con la independencia de España, y la creación de la primera Constitución Política, a partir de ahí se han generado diversos movimientos políticos, hasta llegar en 1910 con la Revolución Mexicana y la promulgación de la nueva Constitución Política en 1917, con la cual se estableció que nuestra forma de gobierno es republicano, conformado por un gobierno central y varios gobiernos locales, bajo el esquema presidencialista, y una división de poderes, Ejecutivo, Legislativo y Judicial, con un sistema de partidos y elecciones directas y representativas.

La democracia, hasta ahora, parece ser la mejor forma de gobierno, no es perfecta, pero es perfectible; sin embargo, en diferentes lugares han surgido algunos líderes carismáticos que han concentrado un mayor poder político y económico, colocándose por encima de cualquier otro poder, algunos de ellos manipulan las elecciones para reelegirse o por lo menos intentarlo (Maduro, Putin, Erdogan, Trump y Bukele), con una ideología de control social y restricciones de las libertades, bajo el argumento de una mayor seguridad.

Resulta preocupante y paradójico el reporte de Latinobarómetro 2023; dicho reporte nos presenta un retroceso en el índice democrático, y además la percepción que tienen los ciudadanos de lo que significa la democracia; sólo el 48 por ciento respalda la democracia, en 2010 era del 68 por ciento; la opinión en favor de un gobierno autoritario va en aumento, sobre todo en los países donde la inseguridad ha crecido, prefieren más seguridad no obstante que pierdan libertades.

El reporte de Latinobarómetro nos muestra que los presidentes que resultaron más populares son los que más restringen los derechos humanos, como es el caso paradigmático de Bukele en El Salvador, con un índice del noventa por ciento de aprobación, y con la percepción de ser un gobierno democrático.

Las contradicciones que presenta el reporte de Latinobarómetro nos muestran que la ciudadanía no tiene clara la idea de lo que significa la democracia, puesto que en un sistema democrático no se puede permitir que un gobernante persiga judicialmente a sus oponentes, los encarcele, así como tampoco que en aras de brindar seguridad restrinja las libertades, viole los derechos humanos y se imponga el Presidente sobre los demás poderes, eso no es democracia, a menos no la democracia como la conocemos, puede ser una democracia posmoderna a la que todavía no nos acostumbramos.