“Yo prefiero pagar primero a un maestro y después a un general”
Francisco Villa
El pasado 20 de julio se cumplieron noventa y siete años de la muerte de José Doroteo Arango Arámbula (1878-1923), mejor conocido como Francisco Villa o simplemente Pancho Villa, pasando desapercibida en los medios de comunicación y en la vida pública del país. Villa se había retirado a vivir a su hacienda llamada Canutillo, en el estado de Durango, otorgada por el Gobierno de Carranza, una vez que terminó la Revolución.
La vida de Pancho Villa, desde que tomó las armas para incorporarse a la lucha contra el golpista Victoriano Huerta, nunca descansó hasta que se retiró en la Hacienda Canutillo. Por esos días se decía que quería regresar a la vida política, pues tenía solamente cuarenta y cinco años, por lo que el presidente Álvaro Obregón estaba receloso por su posible regreso.
Además de la vida revolucionaria que llevó Villa, tuvo una vida amorosa intensa, se dice que se casó hasta setenta y cinco veces por la iglesia, pero sólo una sola ocasión por el civil, y fue con Luz Corral, en San Andrés, Chihuahua, el 24 de octubre de 1911, con la cual tuvo un hijo que murió a los dos años.
Villa, además de haberse casado en muchas ocasiones, tuvo veintiséis hijos con sus diversas parejas. No obstante lo complicado de su situación familiar, nunca otorgó ningún testamento, y conociendo los problemas que les dejaría a sus herederos, el día de su asesinato había viajado a Parral, Chihuahua, para asistir a una fiesta familiar, y también visitar una notaría para platicar sobre el testamento que pensaba otorgar.
Sin embargo, no contaba con que ese día lo iban a asesinar. Saliendo de la oficina notarial, subió a su automóvil, un Dodge Brothers, el cochero le comentó “no se vaya jefe lo quieren asesinar”, a lo cual Villa rió y le contestó “Parral me gusta hasta para morir”, y tomó camino a su compromiso familiar por la calle Gabino Barreda donde lo esperaban para acribillarlo. El presidente Álvaro Obregón prometió investigar el asesinato, sin embargo, dicha investigación nunca se realizó.
Al no haber otorgado Villa su testamento, su sucesión hereditaria fue un caos total, principalmente por tantas esposas e hijos que tuvo, generando un complicado entramado familiar; además aparecieron acreedores, unos reales y otros ficticios, así como diversas personas que reclamaron haber sido despojados de sus propiedades y reclamaban su devolución.
El problema sucesorio era muy complicado, pero debemos aclarar que jurídicamente sólo el primer matrimonio celebrado por el derecho civil surtía efectos, todos los celebrados con posterioridad sin haberse divorciado eran nulos; sin embargo, el Congreso mexicano en un acto simbólico reconoció en 1946 como legítima esposa a Soledad Seáñez Holguín, con quien se casó en 1919, quien jurídicamente no lo era, pero con ello obtuvo una pensión del gobierno; por eso lo mejor es otorgar testamento a tiempo.