La carrera dicromática

ARISTAS

Antonio Michel Guardiola*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Antonio Michel Guardiola
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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A dos semanas de las elecciones más grandes de la historia, la recta final se vislumbra como un tramo dicromático: en favor o en contra de AMLO. La marcha de la Marea Rosa en el Zócalo, las conclusiones del último debate y las tendencias en redes revelan la polarización social exacerbada por este proceso electoral. Hasta ahora la carrera no se ha definido por cuánto avanza cada uno, sino por cuánto obstaculizan al rival.

La controversia en cuanto al uso del rosa para la marcha denominada la Marea Rosa de este domingo, lejos de fortalecer a la democracia, nutre a la politización de algo tan banal como un color. Quienes participaron y defendieron la marcha fueron agrupados en el grupo de “conservadores fifís”, lejos de ser asociados a personas que buscan defender instituciones. Por otro lado, las autoridades que maquillan los números sobre la marcha, que anuncian contingencia fase 1 en la CDMX y que permiten que marchen los sindicatos de la CNTE el mismo día, sólo perpetúan este mensaje de la participación en estos actos que denota estar en contra o en favor del Presidente.

Ese mismo día se llevó a cabo el Tercer Debate presidencial, donde las candidaturas, lejos de enaltecer sus propuestas, se dedicaron a atacarse mutuamente y a resaltar los errores de administraciones anteriores de sus respectivos partidos. No hacía mucho sentido que en la discusión de iniciativas y políticas para 2024 se utilizaran datos y argumentos que tienen más de 25 años. Como resultado, la audiencia tiende a “tomar partido” y orillarse no necesariamente por la opción preferida, sino por quien evite que llegue la opción no deseada. Se vuelve en una competencia de votos de castigo.

Cuando en una coalición tienes a partidos de ideología supuestamente de izquierda como Morena, con partidos más conservadores, y del otro tienes al partido de derecha (PAN) congregándose con el PRI y el PRD (izquierda), es evidente que no se trata de un duelo ideológico, sino de una división política-social en torno a AMLO. ¿Qué tendrían en común alguien afín al PAN con alguien que apoye las propuestas del PRD? En este caso, que ninguno quiera a Morena en el poder. Lo mismo ocurre del otro lado.

Ante un escenario en donde quienes apoyan a López Obrador tienen una sola opción, es más fácil concentrar esos votos en Sheinbaum. En el caso contrario, quienes no están de acuerdo con su gestión y desean un cambio, tienen a dos, Gálvez y Máynez, el segundo con una fuerte estrategia en redes sociales, lo que ha acaparado miradas de quienes podrían haber apoyado a Gálvez y no necesariamente viceversa. Tras sus declaraciones en los debates, los constantes ataques a Gálvez, la amnistía hacia Sheinbaum y su anuncio de no declinar su candidatura, Máynez ha marcado una línea clara sobre a cuál de las dos pistas echa más obstáculos el plan de MC.

El triunfo de AMLO en 2018 fue una muestra de lo que ocurre cuando el voto es más de castigo que de apoyo. López Obrador ya había participado en dos elecciones y no había ganado. No propuso algo innovador, simplemente aprovechó el cansancio del pasado. Una competencia debe ganarse por ser el mejor postor, no por hacer que los demás sean peores.