El disparo que sí se vio venir

ARISTAS

Antonio Michel Guardiola*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Antonio Michel Guardiola
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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La contienda electoral en Estados Unidos tuvo un giro inesperado con el atentado que hubo en contra del candidato Donald Trump el sábado en Pensilvania.

El intento de asesinato al expresidente pone de relieve la politización, violencia, división ideológica y la demagogia que hay en EU. Este acontecimiento dará un nuevo impulso a la candidatura republicana, al reforzar la narrativa de Trump y contrastar con la respuesta del presidente Joe Biden, disparando la popularidad del republicano.

Durante las semanas previas al atentado, Biden se había mostrado ya incoherente en el debate, carente de energía y convicción y plagado de errores simples que denotan un deterioro mental. El público no sólo lo ha percibido, sino que lo ha manifestado en las encuestas que arrojan 6-7 puntos de ventaja a Trump. La semana pasada, Biden se refirió al presidente de Ucrania como “presidente Putin” y a la vicepresidenta Harris como “vicepresidente Trump”. Más del 70% de los encuestados opina que Biden no cuenta con la capacidad para gobernar otro periodo.

En contraste, Trump se muestra indiferente ante los juicios políticos y las declaraciones de los tribunales. Refuerza constantemente un discurso de victimización ante una cacería de brujas; además de insistir en que le robaron las últimas elecciones y que el gobierno conspira en su contra su persona.

Recibir un balazo en un mitin político no sólo valida esas declaraciones, sino que le dio la oportunidad de levantar el puño, mostrar una imagen de resiliencia con su rostro cubierto en sangre y con el vigor de presentarse dos días después en la Convención Republicana para presentar a su candidato a la vicepresidencia. Por otro lado, Biden se ha visto tibio en su condena contra el intento de asesinato y ha perdido reflectores ante la historia de su rival.

En 2020, Trump se posicionaba para una reelección y fue el manejo de la pandemia lo que cambió el rumbo electoral. En esta ocasión, este evento también podría ser un nuevo capítulo, que esta vez refuerce el camino republicano. Los demócratas no anticiparon la atención que recibiría Trump por los juicios, el poder de persuasión de la victimización y la caída de Biden por decepcionar a sus votantes.

Incluso, legisladores e integrantes del Partido Demócrata y donadores de campaña han declarado públicamente su interés en que Biden dimita pronto. Su reticencia a cambiar la propuesta hacia 2024, reconocer el incumplimiento de algunas promesas como la migración y sus errores recientes han hecho que se le perciba como un hombre débil y obstinado. El pueblo estadounidense se ha caracterizado por preferir figuras presidenciales que destilen una percepción de carácter y fortaleza.

El disparo que nadie vio venir resaltó la fuerza que tiene Trump no sólo en su persona, sino en su base. Inmediatamente después del susto tras el atentado, su público se energizó y gritaba el nombre de su candidato cuando vieron que se puso de pie, levantó el puño y mostró fuerza. Estará en los demócratas determinar cómo reaccionen ante el disparo —en popularidad—que ha recibido Trump y que todos vimos venir. Si no esquivan la bala, tardarán mucho más de dos días en recuperarse.