El hacha de Morena y el bosque del INE

ARISTAS

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Hay un proverbio turco que dice: “El bosque moría y los árboles seguían votando por el hacha. Ella fue inteligente, pues convenció a los árboles que, por tener el mango de madera, ella era uno de ellos”.

Morena basó su campaña en pelear en favor de la democracia. López Obrador consolidó, en su tercer intento, una victoria en las elecciones presidenciales en 2018. Ésta no habría sido posible sin el progreso que ha tenido México hacia la democracia —particularmente, el INE, institución que pretende debilitar con el Plan B—. 

Algunos líderes han buscado concentrar el poder y manipular los procesos electorales. Lo hemos visto con Chávez, Morales, Bolsonaro, Johnson y Trump. En los últimos dos casos, los contrapesos institucionales han logrado minar las ambiciones y frenar la inercia de quienes están dispuestos a sacrificar las herramientas que les dieron el poder con tal de conservarlo.

En América Latina la situación es mucho más endeble. Las democracias insipientes son fácilmente obstruidas por un presidencialismo preponderante. El discurso de redirigir presupuesto de las elecciones hacia programas sociales o fines más tangibles para la población, siempre será atractivo. Las decisiones políticas en Bolivia y Venezuela para desarticular a las instituciones y los procesos electorales, culminaron en el abuso del poder y en la fragmentación del Estado de derecho.

México vivió setenta años bajo el dominio de un solo partido político. Tomó presión por parte de un sinfín de actores para eventualmente crear un instituto que condujera los procesos electorales. La evolución constante, a lo largo de treinta años, ha hecho del INE una institución que ha permitido la alternancia política tres veces en el país y 2 de cada 3 elecciones estatales y municipales.

De pronto, el bosque eligió un hacha como líder, pensando que, por tener un mango de madera, representaría los intereses de los árboles. En menos de un sexenio, Morena se ha apoderado de la Presidencia de la República, la mayoría en el Congreso de la Unión, 21 estados y un sinfín de alcaldías. En ese lapso, han disminuido el presupuesto al órgano electoral, bombardean constantemente en medios a sus consejeros e intentaron destruirlo con una reforma electoral que, afortunadamente, no fue aprobada.

El Plan B de AMLO recortará aún más el ya escaso presupuesto del INE. Eliminará las 300 Juntas Ejecutivas Distritales y reducirá en 84.6% el personal del INE, pasando de 2,500 a 400 funcionarios para coordinar y monitorear los procesos electorales. La propuesta afecta directamente la actualización del Padrón Electoral y la cartografía electoral. Provocaría un conflicto que podría resultar en una probable anulación de elecciones, incluso presidenciales.

En cuanto se reanuden las sesiones del Congreso, la presión por aprobar este plan aumentará, con la mira hacia 2024. No podemos ignorar que las repercusiones nos afectarán a todos. Mientras no veamos que el mango de madera es dirigido por un arma letal, no entenderemos que, lo que tomó décadas en construirse, puede caer en poco tiempo. Talar árboles toma unos cuantos hachazos; crecer un nuevo bosque tardará —y costará— mucho más.