El Plan C

ARISTAS

Antonio Michel Guardiola<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Antonio Michel Guardiola*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

A pesar de que López Obrador trató de desacreditar el movimiento al decir que el domingo sólo asistieron 80 mil personas al Zócalo capitalino, conteos diversos convergen en más de 500 mil asistentes en la Ciudad de México. Habría que sumar las del resto del país para una estimación más certera. Las y los ciudadanos estamos preocupados por el retroceso democrático que tendrá el país si se promulga el Plan B de AMLO contra el INE. Nuestra libertad de elección, la fuerza de la oposición, la transparencia de los procesos y la justicia en los resultados están en riesgo. Como respuesta, debemos estructurar nuestro Plan C: Constitución, Corte y Ciudadanía.

De ser consistente con la premisa de AMLO, “al margen de la Ley, nada”, el Plan B no debería aprobarse, pues resultaría inconstitucional. El Decreto viola la veda legislativa, atenta en contra del proceso parlamentario y propone el uso discrecional de recursos públicos para intervenir en las elecciones. Este argumento es suficiente para que la oposición pueda tratar de frenar esta inercia en las instancias más altas. La Constitución provee herramientas y argumentos al segundo pilar del Plan C para desempeñar su papel.

El reciente escándalo que la envolvió y aún impacta en la Suprema Corte de Justicia provocó que la candidata de AMLO fuera derrotada por la ministra Norma Piña, quien al momento ha enviado señales de autonomía y respeto a la Constitución. Esta aliada potencial podría ayudar a conseguir los suficientes votos para impugnar la propuesta de Morena. Los jueces deben tener presente que el debilitamiento del INE podría desequilibrar los Poderes de la Unión. La Suprema Corte debe actuar en favor no sólo de sus intereses, sino del proceso democrático del país.

El último pilar del Plan C es el músculo ciudadano. Mediante redes sociales, protestas, espacios de comunicación y en nuestro propio círculo de influencia, hay que enaltecer la voz, no en contra de AMLO o Morena, sino en favor del INE. Las generaciones jóvenes no tienen tan claro que hace tan sólo 30 años, el INE era una institución recién creada tras décadas de dominio de un solo partido. Pareciera que damos por sentado el avance democrático y hemos olvidado los vestigios latentes de la opresión que caracterizó a México en el siglo XX.

Pareciera que los defensores del Plan B olvidan también que fue el mismo INE quien validó el triunfo de López Obrador en la Presidencia, la nueva configuración del Congreso de la Unión y la ola guinda que ha teñido 21 de los 32 estados. Con un INE débil puede que ya no haya olas fuertes; pero, recordemos que un oleaje suave es profecía para un tsunami. El Plan C debe apostar por Continuar Con la Construcción democrática, al saber que los cimientos que tardaron décadas en solidificarse pueden ser derrumbados en un instante por un tsunami.

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