L as elecciones de Coahuila y el Estado de México sentaron la base sobre la cual se pavimentará la recta final hacia el 2024. Morena gobierna ya 23 estados, en los que viven más de 90 millones de mexicanos (más del 70% de la población), mientras que la oposición se debilita sin entender que la única forma de dar batalla es en alianza.
La “joya de la corona”, el Estado de México, dotará a AMLO y sus candidatos de una amplia ventaja al ingresar a la contienda. Sin embargo, como en Coahuila, los peores enemigos de Morena podrían ser ellos mismos.
En perspectiva, en este mismo punto de la administración pasada, en junio de 2017, el PRI gobernaba en 15 estados, el PAN en 7, la alianza PAN-PRD en 4, el PRD en 4, el Partido Verde 1 y una bajo un independiente. Morena no tenía un solo estado. En tan sólo seis años, la ola guinda ha arrasado en las contiendas electorales hasta convertirse en la principal fuerza política, dejando al PRI en cuarto lugar. En las elecciones de 2018 Morena arrasó con la presidencia, gubernaturas y congresos locales, sin tener una presencia considerable en posiciones de poder. Actualmente, cuenta con la maquinaria electoral, la fuerza política y la influencia para redoblar su contundencia.
Un año antes de la elección pareciera que Morena tiene un recorrido sencillo hacia la presidencia. Si bien hasta el momento pareciera que la favorita es Claudia Sheinbaum, cabe recordar que el presidente opera muy similar al PRI de antes, cuando engañaban con las candidaturas hasta el último momento para no “quemar” al indicado. No sorprendería que, con la victoria del Estado de México, AMLO se sienta con la suficiente confianza y holgura para poner al candidato que mejor le permita gobernar por fuera: Adán Augusto.
Por otro lado, la oposición no se ha puesto de acuerdo. La lista de aspirantes a la candidatura es enorme y desarticulada. De acuerdo con las últimas encuestas, las tres corcholatas de Morena se mantienen en los primeros lugares de candidaturas potenciales que la gente conozca, mientas que las respuestas de la oposición se diluyen en tantas opciones. Las declaraciones recientes de Movimiento Ciudadano, en las que apuntan a una disolución de la alianza para excluir al PRI, son pésimas señales para el pronóstico de la oposición el próximo año.
Las elecciones de 2024 serán las más importantes de la historia. Estarán en juego la presidencia de la República, 9 gubernaturas, incluidas las de la Ciudad de México, y el Congreso de la Unión. Al considerar la ventaja que lleva Morena hacia el Ejecutivo, la oposición debería priorizar y enfocarse en las curules para evitar una mayoría de Morena en ambas cámaras. La corcholata que elija AMLO para la silla presidencial no enfrentará mucha resistencia, pero Morena y sus aliados pueden fragmentarse en las gubernaturas y en el Poder Legislativo. El caso de Coahuila es un buen ejemplo de la oportunidad que hay para la oposición, cuando las mismas fuerzas de Morena chocan entre sí. No todo está perdido, sólo hay que capitalizar los momentos y las coyunturas clave. La recta final ha comenzado y los competidores deben tener presente que lo importante no es cómo empieces, sino cómo llegues a la meta.