Todos los derechos, para todas las personas

DISTOPÍA CRIOLLA

Armando Chaguaceda
Armando Chaguaceda Foto: La Razón de México

El 30 de marzo del 2021 se produjo, en una céntrica calle habanera, una manifestación pacífica. Tras la protesta, la policía detuvo a una docena de personas, incluido un universitario que portaba un cartel con la frase Socialismo Si, Represión No. Ese joven fue instruido de cargos y acusado por el delito de desorden público.

Con la profundización de la crisis económica, en la isla aumentaron la conflictividad social y la reacción represiva. Ésta última no se limita a opositores derechistas, frontalmente opuestos al gobierno. Alcanza también a quienes, desde posturas de izquierda, proponen reformas del sistema vigente. O, incluso, a personas humildes con reclamos elementales por servicios y derechos básicos, como el acceso a la vivienda y la alimentación.

Y es que en los últimos años, el desarrollo de las reformas —y su incoherente implementación— amplió en Cuba la brecha entre las élites beneficiadas por los cambios y grandes sectores populares convertidos en perdedores netos. Esos seres prescindibles abarcan hoy diferentes categorías de trabajadores urbanos y rurales, familias carentes de remesas, habitantes de los barrios de la periferia capitalina y el interior del país, negros y mestizos, ancianos y mujeres. Los hijos (olvidados) de la Revolución.

La pandemia revela un proyecto de poder donde la construcción de un capitalismo de estado se legitima con una anacrónica mística revolucionaria. Los gastos presupuestarios del último año, revelados por fuentes oficiales, muestran una enorme asimetría entre la cuantía dedicada a la inversión inmobiliaria y turística, por un lado, y las depauperadas partidas dedicadas a la educación, salud y seguridad social, polo perdedor de la balanza. Justo las icónicas conquistas de la Revolución del discurso oficial.1

Hoy más que nunca es insostenible, como insisten ciertos analistas, que la represión del disenso y la protesta públicos en Cuba se dirijan contra actores “minoritarios” e “instrumento de Estados Unidos”.2 En primer orden, porque no existen evidencias empíricas fiables que permitan corroborar el nivel de respaldo o rechazo popular a ningún actor político. El gobierno no permite a sus críticos expresarse o participar en igualdad de condiciones en las decisiones políticas relativas a la nación. En segundo orden, la evidencia de que la represión alcanza hoy no sólo a grupos “minoritarios” sino también a cualquier ciudadano políticamente activo —incluidos aquellos que defienden la ideología socialista— resulta cada vez menos irrefutable.

Mientras escribo esta columna, los gobiernos de El Salvador y Guatemala, con una lógica punitiva típica del populismo de derecha, criminalizan la organización y acción autónomas de la ciudadanía. Los argumentos de Nayib Bukele y Alejandro Giammattei son similares a los de sus pares leninistas caribeños: la sociedad civil es mera subversión foránea, opuesta al interés nacional y carente de respaldo popular. Como respuesta a esa arremetida conservadora, se ha reforzado la solidaridad internacional, proveniente de gobiernos y activistas democráticos. Algo que, paradójicamente, aún se escamotea en el caso cubano. Incluso desde el activismo regional.

Los derechos humanos son una construcción donde confluyen distintas ideologías políticas y sujetos sociales. Constituyen un campo de reflexión y acción, donde no deberían primar sesgos políticos. Los interpretamos desde nuestros prismas ideológicos, pero debemos concebirlos y defenderlos integralmente. Deben ser exigibles —con mecanismos para demandarlos y defenderlos— y universales, inherentes a toda la población, amén su identidad y condición social. Pero resultan indivisibles, porque si no poseemos y ejercemos los derechos civiles y políticos —de prosapia liberal— nunca podremos defender los sociales, económicos y culturales, hijos del progresismo. Y si no se disfrutan éstos últimos, los primeros serán siempre frágiles instrumentos en la lucha, individual y colectiva, por la dignidad humana.

1 Ver Oficina Nacional de Estadística e Información, “Inversiones. Indicadores Seleccionados. Enero Diciembre 2020” en http://www.onei.gob.cu/sites/default/files/publicaciones_invesiones_enero-diciembre_2020.pdf, consultado el 19 de mayo del 2021.

2 Ver “La lectura liberal de los derechos humanos y sus efectos en la actual coyuntura de Cuba”en https://rebelion.org/la-lectura-liberal-de-los-derechos-humanos-y-sus-efectos-en-la-actual-coyuntura-de-cuba/?fbclid=IwAR2XARDIQHtfG1YmrmnpfnisfHm2LiXXqDZmv2Xk4IUNnS-Dr4n5okVHviQ

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