90%, ¿Exageré?

PESOS Y CONTRAPESOS

Arturo Damm Arnal*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Arturo Damm Arnal
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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En el anterior Pesos y Contrapesos afirmé que “el Gobierno gasta en lo que no debe (por ejemplo: construcción de trenes, aeropuertos, refinerías), razón por la cual gasta de más (por lo menos un 90%), y muchas veces de mala manera (por ejemplo: subsidiando la oferta educativa, dándoles dinero a las escuelas gubernamentales, en vez de subsidiar la demanda, dándoles dinero a los padres de familia para que elijan la escuela de sus hijos), razones por las que, poner más dinero en manos del gobierno, es meterle dinero bueno al malo”. Algún lector pregunta si al hablar de un 90% de gasto gubernamental en exceso no exagero. No.

Por gasto excesivo entiendo aquel que no tiene que ver con las legítimas tareas del gobierno, las relacionadas con la impartición de justicia: prohibir y prevenir la violación de derechos y, de fallar, castigar a los violadores y obligarlos a resarcir, las que en el análisis funcional del gasto gubernamental se llaman tareas gubernamentales, para diferenciarlas de las relacionadas con el desarrollo social (redistribución gubernamental de ingresos), y el crecimiento económico (generación gubernamental de ingresos), crecimiento económico y desarrollo social que no son parte de las legítimas tareas del gobierno, como lo he explicado en otros Pesos y Contrapesos.

Según el análisis funcional del gasto gubernamental, en 2024 el 8.33% se destinará a financiar las tareas gubernamentales, el 67.69% el desarrollo social, el 23.98% el crecimiento económico. Repito: solamente el 8.33% del gasto programable del sector público federal, para expresarlo con propiedad técnica, se destinará a financiar las legítimas tareas del gobierno, aquellas a las que no puede renunciar sin dejar de serlo, por más que siga gastando en desarrollo social y crecimiento económico, únicas tareas, las legítimas, que justifican éticamente el cobro de impuestos, el obligar a los ciudadanos a entregar parte de sus ingresos, lo cual viola el derecho de propiedad privada sobre el producto íntegro del trabajo.

Utilizando los datos anteriores puntualizo lo escrito en el primer párrafo: “El Gobierno gasta en lo que no debe (por ejemplo: construcción de trenes, aeropuertos, refinerías), razón por la cual gasta de más (por lo menos 91.67%), y muchas veces de mala manera (por ejemplo: subsidiando la oferta educativa, dándoles dinero a las escuelas gubernamentales, en vez de subsidiar la demanda, dándoles dinero a los padres de familia para que elijan la escuela de sus hijos), razones por las que, poner más dinero en manos del gobierno, es meterle dinero bueno al malo”, tal y como se hace año tras año, y no de ahora, sino de tiempo atrás.

En 2018, último año del gobierno de EPN, el Presupuesto de Egresos de la Federación sumó $5,279,667,000,000, el 21.0% del ingreso generado en el país. En 2024, último año del primer piso de la 4T, sumará $9,066,045,000,000, el 26.4% del ingreso generado. Como porcentaje del ingreso, entre 2018 y 2024, el Presupuesto de Egresos de la Federación aumentó 5.4 puntos porcentuales, el 25.71%.

En 2018 a tareas gubernamentales se destinó el 9.8% del gasto. En 2024 se destinará el 8.3%, 1.5 puntos porcentuales menos, el 15.31%. Dime en qué gastas y te diré que tipo de gobierno eres. En el caso del gobierno mexicano, y no de ahora sino de sexenios atrás, está claro.