Arturo Damm Arnal

De la autonomía (5/5)

PESOS Y CONTRAPESOS

Arturo Damm Arnal*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Arturo Damm Arnal
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Leemos, en el artículo 28 constitucional, que el Estado, “tendrá un banco central, que será autónomo en el ejercicio de sus funciones y en su administración”, y que “ninguna autoridad podrá ordenar al banco conceder financiamiento”, producir dinero y dárselo para que lo gaste, lo que se conoce como crédito primario del banco central al gobierno federal, autonomía con la que se ha conseguido una menor inflación, pero no su eliminación, por lo que continúa la pérdida en el poder adquisitivo del dinero y del trabajo, la expoliación inflacionaria.

La inflación promedio mensual, entre enero de 1970 y marzo de 1994, la época del crédito primario del banco central al gobierno federal, fue 2.46 por ciento. Entre abril de 1994 y agosto de 2023, la época de la prohibición del crédito primario del banco central al gobierno federal, fue 0.64 por ciento. Gracias a la autonomía se logró una menor inflación, pero no su eliminación. La inflación sigue presente, afectando más a quienes menos ingresos generan y menos los aumentan, razón por la cual a la inflación se la ha calificado como el más regresivo de los impuestos: afecta más a quienes menos tienen.

¿Es correcto considerar a la inflación como un impuesto? Veamos.

El Estado/gobierno te quita de dos maneras: cobrándote impuestos te quita dinero; permitiendo o generando inflación le quita poder adquisitivo a tu dinero. En el caso de México lo primero lo hace el gobierno, a través del Servicio de Administración Tributaria; lo segundo el Estado, por medio del Banco de México, que es el banco central, no del gobierno, sino del Estado, autónomo frente al gobierno, lo cual quiere decir que éste no puede obligarlo a producir dinero y a dárselo para que lo gaste, autonomía gracias a la cual se ha reducido la inflación, pero no eliminado, eliminación que mientras el Banco de México tenga meta de inflación, tres por ciento, más menos un punto porcentual de margen de error, seguirá pendiente (eliminación de la inflación que amerita una serie aparte de Pesos y Contrapesos para explicar en qué consistiría: que la inflación promedio anual, en un determinado lapso de años, fuera cero, y cómo conseguirla: aplicando la regla monetaria de Milton Friedman). Tal y como están las cosas hoy, lo más a lo que podemos aspirar es a una inflación no menor al dos por ciento, la mínima aceptable (¿?), que, para darnos una idea de lo que significaría, daría como resultado, en diez años, una inflación acumulada de 21.90 por ciento.

Lo que sí es un hecho es que gracias a la autonomía del Banco de México no se ha financiado el déficit gubernamental (la diferencia entre lo que se recauda por impuestos y lo que se gasta), con producción de dinero proveniente del banco central, lo cual ha evitado que la inflación sea mayor de la que ha sido, y vaya que ha sido elevada: entre abril de 2020 y septiembre de 2022 pasó de 2.15 por ciento (dentro de la meta), a 8.70 (muy por arriba de la meta), para bajar a 4.64 en agosto pasado (todavía por arriba de la meta). ¿Cuánto mayor no hubiera sido si el déficit, en vez de haberse financiado con deuda (lo cual tiene sus inconvenientes), se hubiera financiado con producción de dinero?

En materia de dinero el reto es doble: mantener la autonomía del Banco de México y eliminar la meta de inflación.