Crecimiento 2020

PESOS Y CONTRAPESOS

Arturo Damm Arnal
Arturo Damm Arnal Foto: larazondemexico

El crecimiento de la economía se mide por el comportamiento de la producción de bienes y servicios, que en México el Inegi mide de dos maneras: por medio del Producto Interno Bruto, PIB, que reporta trimestralmente, y a través del Indicador Global de la Actividad Económica, IGAE, que reporta mensualmente, y que nos permite analizar, de manera más puntual, mes tras mes y no trimestre tras trimestre, el comportamiento de la producción de bienes y servicios, y el crecimiento de la economía.

Ya tenemos la cifra definitiva del PIB para el 2020, año en el cual la producción de bienes y servicios (para el consumo final), resultó 8.45 por ciento menor que en 2019. Trimestre tras trimestre, comparando cada trimestre con el trimestre anterior, este fue el comportamiento del PIB durante los cuatro trimestres del año pasado: 1.0 por ciento, menos 16.8 (durante el cierre parcial de la economía), 12.9 y 3.3 por ciento. Después de haber recuperado el crecimiento en el tercer trimestre (12.9), éste resultó menor a lo largo del cuarto (3.3), mismo comportamiento que se observa con el IGAE.

Después de que la producción, medida por el IGAE, comparando cada mes con el mes anterior, se contrajo 17.3 y 2.1 por ciento en abril y mayo (los meses del cierre parcial de la actividad económica), en junio creció 8.7 por ciento, en julio 5.8, en agosto 1.4, en septiembre 1.3, en octubre otra vez 1.3, en noviembre 0.7, y en diciembre 0.1 por ciento, una clara tendencia hacia menor crecimiento, a punto de convertirse, nuevamente, en decrecimiento. ¿A qué se debe?

En primer lugar al agotamiento del “efecto rebote”, que se registró después del cierre parcial de la economía entre abril y mayo: el crecimiento de 8.7 y 5.8 por ciento en junio y julio, crecimiento por arriba de lo normal (2.5 por ciento, poco más o poco menos). Después de dos meses muy malos (abril y mayo), no resultó difícil, dado que el punto de comparación fue muy bajo, obtener muy buenos resultados. En eso consistió el “efecto rebote”.

En segundo lugar al segundo cierre parcial de la economía durante buena parte de diciembre, tanto en la Ciudad de México como en varios estados de la república.

En tercer lugar a la negativa del gobierno para ayudar a los negocios en problemas, ya fuera no quitándoles (no cobrándoles impuestos), ya fuera dándoles (otorgándoles subsidios).

En cuarto lugar, y ésta la causa más grave, al efecto espanta-inversiones, creado por AMLO y sus decisiones, desde la cancelación del NAICM hasta la contrarreforma eléctrica (que no estaba presente, todavía, en 2020), inversiones directas de las que depende la producción, variable con la que se mide el crecimiento de la economía.

¿Qué habrá pasado en enero y qué estará pasando en febrero? Nada bueno.

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