De la democracia (4/5)

PESOS Y CONTRAPESOS

Arturo Damm Arnal<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Arturo Damm Arnal*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. larazondemexico

Las cuatro principales amenazas a la democracia son: falta de demócratas, fraude electoral, apoyo de los poderes ejecutivos a sus candidatos, no reconocimiento de los resultados de la elección, amenazas reales.

En lo que va del siglo XXI hemos tenido de todo, desde falta de demócratas (en México el porcentaje de votantes no llega, en promedio, a las dos terceras partes del padrón electoral), hasta el desconocimiento del resultado de parte de los perdedores (el caso de AMLO en las elecciones del 2008 y el 2012), pero con un punto a favor: la organización de las elecciones a cargo, primero del IFE y luego del INE, organizaciones del Estado, no del gobierno, y la realización de las mismas a cargo de ciudadanos, encargados de tareas que van, desde la instalación de las casillas hasta el conteo de los votos y el llenado de las actas, lo cual minimiza la probabilidad del más grave de los fraudes electorales: la suma indebida de votos a favor de un candidato o la resta injusta en contra de otro.

Paso del análisis de las amenazas a la democracia al de las amenazas de la democracia, que se dan cuando se sujeta a votación lo que no se debería, lo cual nos plantea la siguiente pregunta: ¿qué debe ser objeto de votación y qué no? Algo escribí al respecto en la segunda entrega, al afirmar que la democracia debe ser una manera de elegir gobernantes, no una forma de gobierno.

No debe ser objeto de votación lo relacionado con los derechos (que verdaderamente lo sean: uno de los problemas que tenemos hoy es que muchas necesidades e intereses se identifican erróneamente como derechos, que el gobierno los trate como tales, y que el resultado sea la degeneración del Estado de Derecho en Estado de derechos, con el gobierno redistribuyendo el ingreso), derechos que deben respetarse por principio, no porque así lo decida una mayoría, que podría decidir lo contrario, violarlos.

La principal amenaza de la democracia es la que John Stuart Mill llamó, en su excelente libro Sobre la libertad (1859), la tiranía de la mayoría, cuyos intereses (ojo: intereses), pueden imponerse, democráticamente si lo eligió la mayoría, y legalmente si las leyes lo permiten, sobre los derechos (ojo: derechos), de la minoría (derechos que, si verdaderamente lo son, son de todos). Al respecto hay que tener en cuenta, como lo señaló Manuel Ayau, que los intereses de la mayoría pueden estar sobre los intereses de la minoría, pero no deben estar sobre los derechos individuales, no sobre la justicia, entendida y practicada como el respeto a los derechos de las personas.

La peor de las tiranías no es la ejercida por uno sino por la mayoría, como si ésta tuviera el derecho, según sus intereses (porque siempre es según sus intereses), de violar los derechos de los demás, tiranía de la mayoría que no se ejerce directamente por la mayoría de los ciudadanos, sino indirectamente, a través de sus representantes en las cámaras legislativas, quienes, no por haber sido electos por la mayoría, tienen el derecho de votar a favor de la violación de los derechos de la minoría.

Resumiendo. Amenazas a la democracia: falta de demócratas, fraude electoral, apoyo de los poderes ejecutivos a sus candidatos, no reconocimiento de los resultados de la elección. Amenaza de la democracia: la tiranía de las mayorías.

Continuará.

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