Desconfianza del consumidor (1/2)

PESOS Y CONTRAPESOS

Arturo Damm Arnal<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Arturo Damm Arnal*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Dediqué los tres anteriores Pesos y Contrapesos al Indicador de Confianza Empresarial (ICE).

Confianza de la cual dependen, en primera instancia, las inversiones directas, de las cuales dependen la producción de bienes y servicios, la creación de empleos, la generación de ingresos y, en lo que a la disposición de bienes y servicios se refiere, el bienestar de las personas, confianza de los empresarios para invertir directamente que pasó, en escala de cero (total desconfianza) a cien (confianza total), de 36.5 puntos en mayo, el mejor resultado de 2022, a 28.8 en diciembre, el peor, lo cual no augura nada bueno en materia de inversiones directas, producción, empleos, ingresos, bienestar.

Toca ahora el turno a la otra cara de la moneda, el Indicador de Confianza del Consumidor (ICC), que el INEGI calcula a partir de las respuestas a estas cinco preguntas: ¿cómo considera la situación económica actual de la familia comparada con la de hace doce meses?, ¿cómo considera que será la situación económica de la familia dentro de doce meses comparada con la actual?, ¿cómo considera la situación económica del país comparada con la de hace doce meses?, ¿cómo considera que será la situación económica del país dentro de doce meses comparada con la actual?, ¿cuáles son las posibilidades, en el momento actual, de la familia, comparadas con las de hace un año, para realizar compras de muebles, televisores, lavadoras y otros aparatos electrodomésticos?

Si el ICE es una de las caras de la moneda, la otra es el ICC. El primero tiene que ver con la confianza de los empresarios, que producen bienes y servicios; el segundo con la de los consumidores, que consumen esos bienes y servicios, siendo la producción el medio y el consumo el fin.

El ICC, al igual que ICE, es un índice que va de cero (total desconfianza) a cien (confianza total). Entre cero y cincuenta hay desconfianza (mayor más cerca de cero, menor más cerca de cincuenta). Entre cincuenta y cien hay confianza (menor más cerca de cincuenta, mayor más cerca de cien).

En 2022 el ICC promedió mensualmente 42.59 puntos, desconfianza. ¿Cómo se compara con años anteriores? En 2018, antes del inicio de la 4T, fue 39.18, desconfianza. En 2019, con la 4T en marcha, fue 44.80, menor desconfianza. En 2020, el año del Covid, fue 37.3, mayor desconfianza. En 2021 fue 42.9, menor desconfianza.

Hay que tener presente que, desde abril de 2001, cuando se empezó a publicar el ICC, hasta diciembre pasado, no hemos tenido un solo mes con el mismo por arriba de los cincuenta puntos, en zona de confianza. El mes de mayor desconfianza (más cerca de cero) fue enero de 2017, 28.7 puntos, y el de menor (más cerca de cincuenta) fue febrero de 2019, 47.8.

¿Cómo se comportó el ICC en 2022?

En abril alcanzó el resultado menos malo (menos malo porque se ubicó en zona de desconfianza) con 44.3 puntos, bajó a 40.9 en agosto, el resultado más malo, para cerrar en diciembre en 42.5 puntos, con cuatro meses consecutivos, después de agosto, de menor desconfianza: septiembre 41.0, octubre 41.0, noviembre 41.7, diciembre 42.5.

Esta menor desconfianza de los consumidores, ¿se ha traducido en un mayor consumo y, por lo tanto, en menor escasez y mayor bienestar, siendo esta combinación el fin de la economía?

Continuará.

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Valeria López Vela