Arturo Damm Arnal

Desconfianza empresarial (3/3)

PESOS Y CONTRAPESOS

Arturo Damm Arnal*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Arturo Damm Arnal
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Vimos, al final del anterior Pesos y Contrapesos, que a la pregunta de si en los próximos seis meses sería un buen momento para invertir directamente en México, en enero del 2022 el 8 por ciento de los economistas encuestados por el Banco de México respondió que sí lo sería, porcentaje que aumentó a 14 en diciembre.

En enero el 53 por ciento respondió que sería mal momento, porcentaje que se repitió en diciembre. En enero el 39 por ciento respondió que no estaba seguro, porcentaje que bajó a 33 en diciembre. Quienes consideraron que entre febrero y julio del año pasado (el Banco de México levantó la encuesta a finales de enero, por lo que los próximos seis meses abarcaron de febrero a julio), sería un buen momento para invertir directamente, ¿acertaron? Vamos a los datos.

La inversión directa (ID) es la que se destina a producir bienes y servicios (con los que satisfacemos nuestras necesidades), a crear empleos (para producir alguien debe trabajar), y a generar ingresos (a quien trabaja se la paga por hacerlo), misma que tiene como uno de sus componentes principales, porque le proporciona la infraestructura física para poder producir, a la inversión fija bruta (IFB) en instalaciones, maquinaria y equipo, por lo que el comportamiento de ésta es un buen indicador del comportamiento de aquella.

En términos mensuales, comparando cada mes con el mes anterior, en enero del año pasado la IFB creció 1.7 por ciento. Seis meses después, en julio, decreció 0.6 por ciento. El crecimiento promedio mensual, de la IFB en términos mensuales, entre febrero y julio, fue 0.12 por ciento, muy por debajo del crecimiento de enero, 1.7.

En términos anuales, comparando cada mes con el mismo del año anterior, en enero del año pasado la IFB creció 8.6 por ciento. Seis meses después, en julio, creció 3.5 por ciento. El crecimiento promedio mensual, de la IFB en términos anuales, entre febrero y julio, fue 5.25 por ciento, muy por debajo del crecimiento de enero, 8.6.

Los datos desmienten al 8 por ciento de los economistas del sector privado que, en enero de 2022, consideraron que los próximos seis meses, de febrero a julio, iban a ser un buen momento para invertir directamente en México, sobre todo si por ello entendemos que se iba a invertir más, algo que no sucedió. Se invirtió, pero no más. Ni siquiera lo mismo.

Esos mismos datos, ¿desmentirán, entre enero y junio de este año, al 14 por ciento de los economistas que en la encuesta de diciembre consideraron que el primer semestre de 2023 será un buen momento para invertir directamente en México, sobre todo si por ello entendemos, y así debemos entenderlo, para invertir más de lo que se ha venido invirtiendo, condición necesaria para que se produzcan más bienes y servicios, producción con la que se mide el crecimiento de la economía; para que se creen más empleos y se generan más ingresos, condiciones necesarias para lograr mayor bienestar, fin de la economía?

En diciembre pasado el Índice de Confianza Empresarial para Invertir Directamente (ICEID), que va de cero (total desconfianza) a cien (confianza total), se ubicó, en 28.8 puntos, en su nivel más bajo del 2022, muy por debajo del máximo anual, 36.5, en mayo, lo cual no presagia nada bueno, en materia de inversiones directas y del crecimiento económico, para el 2023.