Después de la deuda, ¿qué?

PESOS Y CONTRAPESOS

Arturo Damm Arnal&nbsp;<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>&nbsp;<br>
Arturo Damm Arnal *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.  Foto: larazondemexico

Comienzo por los datos. En términos absolutos, entre noviembre de 2018 y mayo pasado, la deuda total del gobierno federal pasó de 10.7 a 12.3 millones de millones de pesos. Aumentó 14.7 por ciento. En términos relativos, como porcentaje del ingreso total generado en el país, en 2018 la deuda total del gobierno federal fue 46.0. En 2020 fue 52.1. Como porcentaje del ingreso total del gobierno federal en 2018 fue 211.7. En 2010 fue 225.1.

La deuda del gobierno federal ha aumentado, tal y como ha sucedido sexenio tras sexenio, tal y como, muy probablemente, seguirá aumentando en los próximos sexenios.

Una vez que el gobierno se ha endeudado, ¿qué opciones tiene?

Declarar la moratoria (debo, no niego; pago, no tengo), con todas las consecuencias que ello traería consigo.

Renegociar la deuda: conseguir quita de principal y/o reducción de la tasa y/o ampliación del plazo.

Contracción de nueva deuda para pagar deuda vieja, lo cual es tanto como destapar un hoyo para tapar otro, contracción de nueva deuda que, por lo general, depende de que previamente se haya renegociado la deuda vieja.

Ninguna de las tres opciones anteriores implica la liquidación de la deuda, sino su administración, algo distinto.

Si el gobierno tuviera que liquidar su deuda, no solo adminístrala, ¿qué tendría que hacer?

Vender activos, lo cual supone que los tiene, que los puede vender, y que alcanza para pagar lo que debe.

Aumentar impuestos (para liquidar deuda) y gastar lo mismo en beneficio de los ciudadanos. El gobierno quita más y da lo mismo. El ciudadano pierde.

No aumentar impuestos y gastar menos en beneficio de los ciudadanos (para liquidar deuda). El gobierno quita lo mismo pero da menos. El ciudadano pierde.

Aumentar impuestos (para liquidar deuda) y gastar menos en beneficio de los ciudadanos (para liquidar deuda). El gobierno quita más y da menos. El ciudadano pierde.

Salvo el caso de la venta de activos, la deuda gubernamental se paga con los impuestos de los ciudadanos, lo cual ocurre en el momento en el cual, sin llegar al extremo de la moratoria, el gobierno ya no es capaz de renegociar su deuda para poder contraer deuda nueva, para liquidar la vieja, momento que, tarde o temprano, le llega a todo gobierno. Ninguna deuda gubernamental puede renegociarse, gobierno tras gobierno, una y otra vez. Ninguna sucesión de gobiernos puede contraer deuda nueva (suya), para pagar deuda vieja (ajena, la de gobiernos anteriores).

Lo anterior tiene que ver con la Equivalencia Ricardiana (por el economista inglés David Ricardo, 1772 – 1823), que afirma, dicho de la manera más sencilla posible, que la deuda gubernamental de hoy se convertirá en más impuestos mañana: o porque te quitan más, o porque te dan menos, o porque te quitan más y te dan menos.

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