Arturo Damm Arnal

Del dinero (7/15)

PESOS Y CONTRAPESOS

Arturo Damm Arnal*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Arturo Damm Arnal
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Supongamos que están intercambiándose los DAMM’s de la primera ronda de acuñación, que contienen un gramo de plata pura, respetándose la equivalencia original, y los DAMM’s de la segunda, cuyo contenido es solamente medio gramo de plata pura, violándose la equivalencia original, violándose lo que podemos llamar el pacto dinerario, por el cual el acuñador se compromete a acuñar DAMM’s con un gramo de plata pura y los agentes económicos a usarlos como dinero.

Ya vimos que cuando se intercambian DAMM’s de la segunda ronda de acuñación, los precios, en términos de DAMM’s (términos nominales) aumentan, pero en términos de plata (términos reales), permanecen constantes: el pollero aumenta el precio del pollo de uno a dos DAMM’s (aumento nominal), pero en términos de plata pura queda igual, un gramo (no hay aumento real).

También vimos que en una situación en la cual se intercambian DAMM’s de la primera ronda de acuñación, con un gramo de plata pura, y de la segunda, con medio gramo, entra en operación la Ley de Gresham (por Sir Thomas Gresham, 1519 – 1579), que dice que la moneda mala (la que pierde valor), desplaza del intercambio a la buena (la que mantiene su valor).

En tal situación los agentes económicos preferirán que se les pague con DAMM’s de la primera ronda (por cada DAMM recibirán un gramo de plata pura), y pagar con DAMM’s de la segunda (por cada DAMM entregarán nada más medio gramo de plata pura). Querrán guardar los DAMM’s de la primera ronda y deshacerse de los de la segunda.

Si todos lograran que se les pagara con DAMM’s de la primera ronda, y pagar con los de la segunda (lo que resulta imposible), saldrían del intercambio los DAMM’s de la primera y se quedarían los de la segunda, Conclusión: la moneda mala (la que pierde valor, los DAMM’s de la segunda ronda), desplaza del intercambio a la buena (la que mantiene su valor, los DAMM’s de la primera ronda), lo cual supone, pequeño detalle, que el DAMM es moneda de curso legal, impuesta por ley como medio de intercambio (tema al que volveré más adelante).

La acuñación de monedas con fines dinerarios se inventó para resolver el problema del peso y la pureza, y redujo los costos de transacción: si los agentes económicos confían en el acuñador de monedas, y no verifican peso y pureza en cada intercambio comercial, el costo de transacción se reduce considerablemente, lo cual no quiere decir que la moneda acuñada con fines dinerarios no genere, en menor escala que el oro y la plata sin acuñar, costos de transacción, relacionados, sobre todo, con su transporte, costo de transacción que convienen minimizar, lo cual se logró con la invención de los billetes.

Ya vimos que las condiciones que debe cumplir lo que se use como dinero – satisfactor, son: que sea valorado por todos, para que sea aceptado por cualquiera; que sea relativamente escaso, para que no pierda su poder adquisitivo; que sea fácilmente fraccionable, para poder pagar sin dificultad cualquier precio; que sea fácilmente transportable, para poder expandir el comercio.

El oro y la plata cumplen bien con las tres primeras condiciones, pero no tan bien con la cuarta, ser fácilmente transportables, condición necesaria para expandir el comercio lo más posible, razón por la cual se inventaron los billetes, un paso más en la historia del dinero.

Continuará.