Arturo Damm Arnal

De los empresarios (2/2)

PESOS Y CONTRAPESOS

Arturo Damm Arnal*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Arturo Damm Arnal
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

¿Qué me dirían si afirmo que el empresario es un benefactor de la humanidad, es decir, alguien que hace el bien a los demás? Probablemente me verían con cara de interrogación: los empresarios, ¿benefactores de la humanidad?

Para entenderlo empecemos por abajo, y ello quiere decir por los zapatos que traemos puestos. ¿A quién se los debemos? A los empresarios que producen y ofrecen zapatos. Terminemos por arriba, y ello quiere decir, en el caso de quienes los usamos, por los anteojos que traemos puestos. ¿A quién se los debemos? A los empresarios que producen y ofrecen anteojos, desde los armazones hasta los cristales. Los empresarios que producen desde zapatos hasta anteojos, y el larguísimo etcétera compuesto por todos los bienes y servicios que se nos ofrecen, ¿nos benefician con lo que hacen?

Alguien podrá decir, como alguien alguna vez me lo dijo, que los empresarios serían nuestros benefactores si nos regalaran lo que producen, pero no, siempre cobran un precio. Este tema ya no lo discuto: me queda claro que si quiero seguir consumiendo, desde zapatos hasta anteojos, y el larguísimo etcétera de bienes y servicios de los que depende mi bienestar, debo estar dispuesto a pagarles, a quienes los producen y ofrecen, un precio que, por lo menos, les permita recuperar los costos de producción, incluida en ellos la ganancia normal del empresario. Los precios no son una imposición injusta de los empresarios, sino la consecuencia natural (inevitable), y por lo tanto lógica (entendible), de los costos de producción, precios que conviene que sean los menores posibles, para lo cual se requiere de la mayor competencia posible entre oferentes.

¿Cuál es la muestra más clara de que lo que los empresarios hacen, producir y ofrecer bienes y servicios, nos beneficia? El que estamos dispuestos a pagar un precio por ello. ¿Quién de ustedes pagaría un precio por algún bien o servicio que no les serviría para satisfacer alguna necesidad, gusto, deseo o capricho (aunque sea la necesidad de comprar por comprar, conducta que debe llamarse copradurismo, no consumismo, puesto que se compra sin consumir).

Llegados a este punto tal vez estemos dispuestos a aceptar que el empresario es un benefactor del consumidor, al que, si su empresa ha de subsistir, debe servir como quiere ser servido en términos de precio, calidad y servicio. ¿Pero qué pasa, no con el consumidor, sino con sus trabajadores? A ellos, lo que el empresario hace, ¿los beneficia o por el contario, por aquello de la explotación, los perjudica? ¿Qué es lo primero que el empresario hace con relación a los trabajadores? Crear empleos, condición necesaria para que estos generen ingresos, condición del bienestar. Que el salario sea insuficiente no se debe, necesariamente, a la explotación (todo un tema).