Cito de nueva cuenta a John Kenneth Galbraith, quien en su libro Historia de la Economía escribió que “la economía, tal y como hoy se la teoriza, alienta una obsesiva preocupación por el futuro”, que “la característica más común del futurólogo económico no es la de saber, sino la de no saber que no sabe”, y que “su máxima ventaja es que todas sus predicciones, acertadas o inexactas, se olvidan con rapidez”.
Son tres afirmaciones que, espero, quedaron demostradas en los tres anteriores Pesos y Contrapesos.
El problema, para cualquier economista sensato, es que la mayoría de las preguntas que le hacen son acerca del futuro: ¿qué pasará con el tipo de cambio, las tasas de interés, los precios de las acciones, el crecimiento, la inflación?, etc. Muchos, los insensatos, le entran con gusto al juego de las adivinanzas.
¿Qué podemos hacer los economistas? Básicamente cuatro cosas. 1) Explicar por qué una situación económica es la que es, señalando cuáles son sus causas y explicando por qué lo son. 2) Aconsejar lo que hay que hacer para mejorar una determinada situación económica, señalando cuáles serían las causas de la mejora y explicando por qué lo son. 3) Proyectar el futuro señalando, por ejemplo, cuál será el tipo de cambio, la tasa de interés, los índices bursátiles, el crecimiento y la inflación. 4) Planear, conducir, coordinar y orientar la actividad económica nacional para obtener mejores resultados que el mercado.
Estas son las cosas que, básicamente, pueden hacer los economistas. La pregunta es cuales deben hacer, en función de que realmente las puedan hacer.
Un economista, ¿puede explicar por qué una situación es la que es? Sí, con la condición de que tenga los conocimientos correctos (episteme, no doxa), partiendo del hecho de que hay muchas teorías económicas, que muchas veces se anteponen a la única ciencia de la economía.
¿Puede un economista aconsejar lo que debe hacerse para mejorar una situación dada? Si, con la condición, de nueva cuenta, de que cuente con los conocimientos correctos (no doxa, episteme).
Un economista, ¿puede predecir el futuro? No, no puede, y a la prueba más sencilla me remito: ¿puede un economista predecir cuál será el tipo de cambio mañana? La única respuesta sensata que puede dar es esta: si no sucede nada extraordinario de hoy a mañana, lo más probable es que mañana el tipo de cambio termine, más o menos, como terminó hoy. ¿Va a ser más o menos? Si más, ¿cuánto? ¿Uno, dos, tres, cuatro, cinco centavos? Si menos, ¿cuánto? ¿Cinco, cuatro, tres, dos, un centavo?
Por último, un economista puede planear, conducir, coordinar y orientar la actividad económica nacional, y lograr mejores resultados que el mercado. No, no puede.
¿Qué debemos hacer los economistas? Lo que realmente podemos hacer: aclarar por qué una situación económica es la que es y sugerir lo que hay que hacer para mejorar una determinada situación económica.
Por si queda duda de la capacidad de predicción de los economistas, esta fue, tomada de la encuesta del Banco de México, la expectativa de crecimiento, de enero a diciembre, para 2023: 1.00%, 1.16%, 1.43%, 1.68%, 2.05%, 2.26%, 2.59%, 3.04%, 3.15%, 3.25%, 3.37% y 3.37%. Tanto cambio (once en doce meses), y tanta variación (intervalo de 1.00% a 3.37%), lo dejan claro: somos economistas, no adivinos.