El Talón de Aquiles de la economía mexicana en los últimos cuarenta años ha sido el crecimiento, que se mide por el comportamiento de la producción de bienes y servicios, el Producto Interno Bruto, el PIB. Lo que va de la 4T no ha sido la excepción. En los doce trimestres (el INEGI reporta el PIB trimestralmente), transcurridos entre 2019 y 2021, y comparando cada trimestre con el trimestre inmediatamente anterior, que es la mejor manera de tomarle el pulso a la economía, el crecimiento promedio trimestral del PIB fue menos 0.08 por ciento. Prácticamente no creció, por lo que el PIB por habitante, dado que la población siguió creciendo, resultó menor. Y la manera correcta de medir el crecimiento, no es por medio del PIB, sino del PIB por habitante, que el INEGI debería reportar, cosa que no hace.
Ya tenemos los resultados de la encuesta de enero, que el Banco de México levantó entre los principales economistas del sector privado, y según la media de las 38 repuestas recibidas, la economía mexicana crecerá 2.27 por ciento en 2022 (1.20 según la proyección más pesimista, 3.39 según las más optimista), y 2.14 en 2023 (1.50 según la proyección más pesimista, 2.80 según la más optimista).
Lo primero que hay que destacar es el deterioro de la expectativa de crecimiento que, para 2022, en octubre pasado fue 2.90 por ciento (1.63 la más pesimista, 4.05 la más optimista), la mayor de todo 2021, y que en enero pasado fue 2.27 (1.20 según la expectativa más pesimista, 3.39 según las más optimista), una reducción de 0.63 puntos porcentuales, equivalentes al 21.72 por ciento.
Para 2023, en marzo pasado la expectativa de crecimiento fue 2.28 por ciento (1.80 la más pesimista, 3.24 la más optimista), la mayor de todo 2021, y en enero fue 2.14 (1.50 la expectativa más pesimista, 2.80 la más optimista), una disminución de 0.14 puntos porcentuales, que equivalen al 6.14 por ciento.
A la pregunta ¿cuál considera que será el crecimiento promedio anual de la economía en los próximos diez años, de 2023 a 2033, el promedio de las 38 respuesta fue 2.15 por ciento (1.60 la proyección más pesimista, 3.02 la más optimista). Fue en junio y julio del año pasado cuando se tuvo la mejor expectativa de crecimiento para los próximos diez años, 2.26 por ciento (1.50 la más pesimista, 3.25 la más optimista), por lo que la expectativa de enero resultó 0.11 puntos porcentuales menor, equivalentes al 4.87 por ciento.
Hay un deterior en la expectativa de crecimiento para 2022, que pasó de 2.90 por ciento en octubre pasado a 2.27 en enero; para 2023, que pasó de 2.28 en marzo pasado a 2.14 en enero; para los próximos diez años, que pasó de 2.26 en junio y julio pasados a 2.15 en enero, expectativas que, antes del deterioro ya eran malas, por lo que pasaron de malas a peores.