¿Lo haremos? (1/2)

PESOS Y CONTRAPESOS

Arturo Damm Arnal<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Arturo Damm Arnal*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Así terminé el anterior Pesos y Contrapesos: “En materia de crecimiento falta mucho por hacer. ¿Lo haremos?” No responderé si lo haremos o no, porque no lo sé, pero sí señalaré lo que debe hacerse para lograr un mayor crecimiento de la economía, con el efecto positivo sobre empleos, ingresos y bienestar, bienestar que es el fin de la economía.

Recurro a la lógica. 1) El crecimiento se mide por el comportamiento de la producción de bienes y servicios. 2) La producción de bienes y servicios depende de las inversiones directas, que son las que se destinan a dicha producción. 3) Las inversiones directas dependen de la confianza que tengan los empresarios para invertir directamente. 4) La confianza de los empresarios para invertir directamente depende de la competitividad del país, definida como su capacidad para atraer, retener y multiplicar inversiones directas. 5) La competitividad del país depende de variables que van, desde la infraestructura de comunicaciones transportes, pasando por la provisión, en cantidad y calidad suficientes y adecuadas, de agua, gas y electricidad, por las leyes laborales y las prácticas sindicales, por la apertura comercial y por los tratados de libre comercio, hasta llegar al cobro de impuestos, sin olvidar lo más importante, el Estado de Derecho, compuesto de leyes justas y de autoridades honestas y eficaces, que las hagan valer.

La secuencia lógica es esta: a mayor competitividad del país mayor confianza empresarial; a mayor confianza empresarial más inversiones directas; a más inversiones directas más producción de bienes y servicios; a más producción de bienes y servicios mayor crecimiento de la economía, más creación de empleos (para producir alguien debe trabajar), más generación de ingresos (a quien trabaja se le paga por hacerlo), y mayor bienestar (que depende en buena medida del empleo y el ingreso).

¿Cómo vamos en México en el armado de esta secuencia lógica? No tenemos actualizada la información de la competitividad del país. Lo más reciente es, del Instituto Mexicano para la Competitividad, el Índice de Competitividad Internacional, que compara a México con otros países, del 2022. Pero lo que sí tenemos actualizados a abril, son los datos de la confianza empresarial para invertir directamente en el país, según el Indicador de Confianza Empresarial, del INEGI, que toma en cuenta la opinión de los empresarios de la manufactura, el comercio, la construcción y los servicios no financieros, índice que va de cero (total desconfianza), a cien (confianza total).

En lo que va del año el índice de confianza empresarial para invertir directamente es el que sigue (entre paréntesis pongo el del mismo mes del año anterior). Enero: 43.1 (29.3). Febrero: 40.4 (34.4). Marzo: 42.4 (36.9). Abril: 40.6 (37.2). Promedio mensual: 41.6 (34.5). Para el primer cuatrimestre de este año los resultados fueron mejores que los del primero del año pasado, lo cual en términos relativos es bueno, pero, en términos absolutos, la confianza de los empresarios para invertir directamente en el país, más cerca de cero (desconfianza total), que de cien (total confianza), deja mucho que desear. Si en vez de haber sido 41.6 hubiera sido 91.6, ¡cuánto mejor nos hubiera ido en materia de inversiones directas y, por ello, de crecimiento!

Continuará.

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