Arturo Damm Arnal

De la IED

PESOS Y CONTRAPESOS

Arturo Damm Arnal*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Arturo Damm Arnal
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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IED, Inversión Extranjera Directa. Directa: recursos destinados a la producción de bienes y servicios, con los que satisfacemos nuestras necesidades, y con la que se mide el crecimiento de la economía; a la creación de empleos (para producir alguien debe trabajar); a la generación de ingresos (a quien trabaja se le paga), empleos e ingresos que son condiciones del bienestar.

Extranjera: ahorros que vienen de otros países y que complementan al ahorro nacional, lo cual, para países con bajo nivel de ahorro interno, insuficiente para lograr más inversiones directas, más empleos y más ingresos, como es el caso de México, resulta importante.

Todavía hay despistados que cuestionan a la IED, considerándola, en el mejor de los casos, un mal necesario, que hay que condicionar, dándole un trato restrictivo en comparación con el que se le da a la IND, Inversión Nacional Directa, y, en el peor, como un mal innecesario que hay que prohibir, lo cual es erróneo, porque lo que importa es a dónde van los capitales, no de dónde vienen.

Si los capitales extranjeros, invertidos directamente en México, producen bienes y servicios para los mexicanos, crean empleos y generan ingresos para los mexicanos, pagan impuestos en México, exportan desde México y generan divisas para los mexicanos, ¿no tendrían que ser considerados capitales, no extranjeros, sino nacionales? Insisto: lo que importa no es dónde se generan los capitales sino dónde se invierten.

¿Qué se requiere para atraer IED? Brindarles a los capitalistas extranjeros un entorno de seguridad y confianza, para lo cual, lo primero que se necesita, es darles el mismo trato que a los capitalistas nacionales, ni más restrictivo, ni más permisivo. El mismo, basado en el respeto a los derechos a la libertad individual para producir y ofrecer, y a la propiedad privada sobre los medios de producción necesarios para poder producir y ofrecer, derechos que en México no se respetan, comenzando por el párrafo cuarto del artículo 28 de la Constitución. Todo lo que se requiere para atraer, retener y multiplicar IED puede sinterizarse en el concepto friendlyshoring (puerto amigable), del cual forma parte el nearshoring (puerto cercano).

Mucho se ha dicho que el nearshoring (la cercanía con el mercado estadounidense, principal destino de las exportaciones mexicanas), ha ayudado a México a atraer más IED (sobre todo de las empresas que producían en China y que, por los pleitos entre los gobiernos estadounidense y chino, han emigrado hacia otros países). El nearshoring, ¿se ha traducido en más IED para México?

Si centramos la atención en nuevas inversiones, y dejamos de lado la reinversión de utilidades y las cuentas entre compañías, que también se contabilizan como IED, tenemos que, según la información de la balanza comercial, proporcionada por el Banco de México, durante el primer semestre de este año se captaron 2,136 millones de dólares de IED. ¿Cuánto se captó a lo largo del primer semestre de 2022? 12,586 millones. Entre enero y junio pasados se captaron 10,450 millones menos, 83.03 por ciento.

Queda claro que el nearshoring, sin el friendlyshoring, no es suficiente para atraer IED, y que la mexicana no es una economía del todo friendlyshoring, de entrada por el párrafo cuarto del artículo 28 de la Constitución, lo que explicaré en mi próxima columna.