Existe un proceso causa/medio - efecto/fin desde las inversiones directas hasta el consumo. Las primeras son causa del segundo.
El comportamiento de las inversiones directas puede medirse por el de las inversiones fijas brutas en instalaciones, maquinaria y equipo, que proporcionan la infraestructura física para llevar a cabo la producción de bienes y servicios, la creación de empleos y la generación de ingresos.
El comportamiento del consumo puede medirse por el de la compra de bienes y servicios de parte de las familias residentes en el país, excluyendo la adquisición de vivienda y objetos lujosos.
¿Cómo nos fue en 2021 en materia de inversiones directas y consumo?
En 2018, antes de que se iniciara la recesión en 2019, la inversión fija bruta creció 2.26 por ciento. En 2019, con las presiones recesivas generadas por la 4T, decreció 4.61 por ciento. En 2020, con la combinación de las presiones recesivas ocasionadas por la 4T y el Covid, decreció 18.54 por ciento. En 2021 creció 12.27 por ciento, consecuencia del Efecto Rebote: dado que el punto de comparación, el decrecimiento de 18.54 por ciento de 2020, fue tan malo, el resultado de 2021 fue muy bueno. Dicho sea de paso, Efecto Rebote que ya se agotó.
Pese a ese crecimiento del 12.27 por ciento, en diciembre de 2020 el nivel de inversión fija bruta fue similar al de abril de 2011 y estuvo 15.4 por ciento por debajo del máximo histórico que se logró en junio de 2018.
En materia de compra de bienes y servicios tenemos que en 2018 ésta creció 2.43 por ciento, para decrecer 0.93 y 11.12 en 2019 y 2020, y crecer 9.32 por ciento en 2021, crecimiento que fue resultado, al igual que lo fue con la inversión fija bruta, del Efecto Rebote, mismo que ya se acabó.
A pesar del crecimiento del 9.32 por ciento, en diciembre de 2020 el nivel de la compra de bienes y servicios fue similar al de diciembre de 2019 y estuvo 1.10 por ciento por debajo del máximo histórico que se alcanzó en julio de 2019.
Si por recuperación entendemos, una entre varias posibilidades, recuperar los máximos históricos, lejos estamos de la misma, sobre todo en una variable tan importante como es la inversión directa, de la que dependen la producción de bines y servicios, con los que satisfacemos nuestras necesidades, la creación de empleos y la generación de ingresos, necesarios para adquirir los satisfactores con los que satisfacer las necesidades, parte importante del bienestar de las personas, inversiones directas que dependen de la confianza de los empresarios, confianza que, en escala de cero a cien, en febrero, fue 34.8, más cerca del cero (total desconfianza) que del cien (confianza total).
Va de nuevo: el principal reto que, en materia económica, tiene el gobierno, es recobrar la confianza de los empresarios.