El aumento en la productividad es condición necesaria para que se genere más ingreso, pero no suficiente. No basta con su aumento para que, automáticamente, se genere más ingreso, por ejemplo, para que aumenten los salarios, debiendo tener presente, además, que no en todos los casos es fácil medir, no la producción, sino la productividad, definida como la capacidad para hacer más con menos.
Supongamos que puede medirse la productividad y que, en el caso del trabajador X, hay un aumento en la misma. Podría decirse que, por justicia, le corresponde un aumento en su salario, equivalente al aumento en su productividad. ¿Pero qué puede pasar si hay un trabajador Y, desempleado, con el mismo capital humano que X (conocimientos, habilidades y actitudes para realizar adecuadamente el trabajo), dispuesto a trabajar por un salario menor? Lo que puede pasar es que el empleador despida a X y contrate a Y, dispuesto a trabajar por un salario menor, independientemente del aumento en la productividad del trabajador X.
Supongamos que la demanda de trabajo de parte de los empleadores es menor que su oferta de parte de los trabajadores. ¿A quién contratarán? A los trabajadores dispuestos a trabajar por un salario menor. Si la demanda de trabajo es menor que su oferta los salarios no aumentarán, independientemente de lo que suceda con la productividad.
Supongamos que la demanda de trabajo de parte de los empleadores es mayor que su oferta de parte de los trabajadores. ¿Con quiénes se contratarán? Con los empleadores dispuestos a pagar un salario mayor. Si la demanda de trabajo es mayor que su oferta los salarios aumentarán, supuesta una mínima productividad.
¿Qué se requiere para que la demanda de trabajo, de parte de los empleadores, sea mayor que su oferta, de parte de los trabajadores? Que directamente se invierta lo más posible, inversiones directas que son las que producen bienes y servicios, crean empleos, puesto que para producir alguien debe trabajar, y generan ingresos, puesto que a quien trabaja se le paga por hacerlo, inversiones directas que, como ya vimos, dependen de la confianza de los empresarios, que depende de la competitividad del país, que depende, no exclusivamente, pero sí en muy buena medida, del Estado de Derecho.
Hay que tener presente el papel que juega, cuando del progreso económico se trata, la inversión directa, una de las condiciones que debe cumplirse, tanto por el lado de la oferta como de la demanda, a la hora de minimizar la escasez y maximizar el bienestar: para producir más bienes y servicios (condición por el lado de la oferta), debe invertirse directamente más; para que la demanda de trabajo sea mayor que su oferta (condición por el lado de la demanda), también debe invertirse directamente más, por lo que debemos preguntarnos cuál es el arreglo institucional (reglas del juego, tanto informales: usos y costumbres, como formales: normas jurídicas) que más la promueven. Respuesta: el de la economía de mercado en el sentido institucional del término (tema al que volveré en otro Pesos y Contrapesos de esta serie).
Ya vimos cuáles son las condiciones que deben cumplirse, por el lado de la oferta y la demanda, para minimizar la escasez. Falta ver cuál es la que le corresponde al dinero.
Continuará.