En el ojo del huracán

BRÚJULA ECONÓMICA

Arturo Vieyra
Arturo Vieyra
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No cabe la menor duda que este año 2020 pasará a la historia como uno de los más difíciles para nuestra economía y sociedad. Particularmente en el bimestre abril-mayo seremos testigos de los más aberrantes resultados en materia económica, los cuales en su mayor parte serán producto de la parálisis productiva derivada del confinamiento de millones de personas por la pandemia.

Difícilmente podemos, por la enfermedad, imaginar un escenario distinto, la política —en México y el mundo— de anteponer y salvaguardar la salud, implica un enorme costo económico que se tiene que pagar.

En esta tónica, los resultados de dos encuestas muy importantes que realiza el Inegi, dan cuenta del impacto en uno de los principales sectores económicos que es la construcción y el deterioro en el ánimo de los consumidores.

En efecto, la Encuesta Nacional de Empresas Constructoras (ENEC) registró resultados muy decepcionantes para abril. El valor de la producción de la construcción, el empleo y las horas trabajadas en este sector acentuaron significativamente su tendencia a la baja, que ya acumula más de dos años de deterioro. La producción se redujo 31.8% respecto al mismo mes del año anterior, siendo la mayor caída que se ha presentado desde que existen registros de la Encuesta (2007). Respecto a marzo, la caída fue de 19.0%. Por tipo de obra, en enero-abril las mayores caídas en la producción se observaron en obras de agua, riego y saneamiento; electricidad y telecomunicaciones; transporte y urbanización.

El pasado 18 de mayo se reanudaron las actividades en las industrias clasificadas como “esenciales”, en las que se incluyó el sector de la construcción, las empresas deben alinearse a los protocolos oficiales de reanudación de actividad. Posiblemente gracias a esta medida, la actividad de la construcción pueda mostrar un mejor desempeño en los meses siguientes, aunque no es difícil anticipar que la recuperación será lenta. Se requiere una participación más activa del gasto público en inversión, que por lo menos al primer cuatrimestre del año no ha sido suficiente.

Otro indicador que marca resultados decepcionantes se refiere al Índice de Confianza del Consumidor que, por limitaciones de la pandemia, el Inegi modifica su metodología de estimación, ahora a través de una encuesta telefónica. Los resultados para abril y mayo muestran una acentuada caída. Comparado con los niveles de hace un año, en abril y mayo los consumidores están muy pesimistas. Ven menos posibilidades de compra de bienes de consumo duradero, su evaluación sobre la situación actual y futura del hogar es mucho más pesimista, al mismo tiempo que tampoco muestran optimismo sobre la situación actual y futura del país. En todos los índices la disminución es muy acentuada.

No deben sorprender los malos resultados en ambos conjuntos de indicadores, son producto de la parálisis productiva. La cuestión importante ahora es saber cuándo y de cuánto podrá ser la recuperación económica. Ello depende en lo básico y por desventura de la evolución del Covid-19, y del otro lado de las medidas gubernamentales para paliar la crisis económica. Este año no pinta bien.