Las relaciones económicas de México con China son extensas y de gran magnitud. Recientemente el secretario de Hacienda planteó la necesidad de modificar la relación comercial con el gigante asiático. Esta proposición deriva de la enorme asimetría en el comercio entre ambas naciones, pues nuestras importaciones con ese país alcanzaron en 2023 el año pasado 114 mil millones de dólares (mmdd), mientras que las exportaciones mexicanas hacia ese destino sólo representaron la décima parte, por ello el déficit comercial que nuestro país con China ascendió a 104 mmdd.
Sin duda es un intercambio comercial bastante desigual y, desde mi punto de vista, con muy pocas posibilidades de corregir en un marco de libre comercio. Incluso, tanto por la alta competitividad de los productos chinos como por la necesidad de los insumos que desde ese país se requieren en diversos sectores productivos en México, la imposición de aranceles resultaría con poca efectividad para corregir el desequilibrio externo.
Otro aspecto que llama la atención es la escasa inversión extranjera proveniente de China que apenas alcanza el 0.35% del total sumando no más 400 millones promedio de dólares por año. En consecuencia, las relaciones económicas con China a la luz de los parámetros de comercio exterior y de inversión no dan elementos para prever una relación más equitativa.
Por lo tanto, la problemática fundamental con China no se encuentra en la relación bilateral, sino en la competencia por el mercado manufacturero de Estados Unidos, en el cual, a raíz de la guerra comercial entre ambas naciones y el subsecuente proceso de nearshoring, se han abierto buenas posibilidades para las exportaciones mexicanas.
El mercado de importaciones manufactureras de Estados Unidos ha mostrado cambios importantes en su composición en los últimos años. Mientras que China ha perdido participación desde un 23% en el 2018 hasta un 14% en este año, México ha logrado ganar una parte de esta pérdida al incrementar su participación hasta 16.3% actualmente desde 14% en el mismo periodo.
Sin embargo, esta buena noticia se matiza de manera acentuada si consideramos que otros países asiáticos en conjunto (Taiwán, Hong Kong, Singapur, Corea del Sur, Malasia, Indonesia, Tailandia y Vietnam) han logrado una ganancia de mercado mucho mayor en las importaciones manufactureras de Estados Unidos. El conjunto de las exportaciones de estas economías hacia nuestro vecino del norte aumentó su participación hasta 18.9% desde 12.4%, prácticamente el triple de lo obtenido por los envíos mexicanos.
Si bien hablamos de ocho economías respecto a la mexicana, debe tenerse en cuenta que en lo individual la ganancia de mercado que tuvieron Taiwán y Corea del Sur (1.6 puntos porcentuales, pp) y Vietnam (2.6pp), fueron muy similares a la obtenida por México. Por tanto, estamos frente a un entorno muy competitivo, principalmente en los segmentos de automotriz terminal, autopartes y productos eléctricos y electrónicos. Además de que los productos chinos, a pesar de su pérdida
de mercado siguen representando un elemento de competencia muy agresivo.
Teóricamente, gracias al T-MEC y ante la cada vez más virulenta amenaza proteccionista en el discurso de Estados Unidos deberíamos ser de las economías más beneficiadas por la reestructura del comercio exterior del vecino del norte. No obstante, los logros en materia de ganancia de mercado no lo demuestran del todo. Se debe trabajar en lo interno fortaleciendo la productividad y competitividad, a la par de negociar una revisión del tratado comercial en el 2026 que convenza a nuestros vecinos que, frente al entorno actual, la mejor opción es fortalecer la integración del bloque de Norteamérica.