Arturo Vieyra

Avance del Nuevo Modelo

BRÚJULA ECONÓMICA

Arturo Vieyra*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Arturo Vieyra
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Continúan las noticias positivas en materia de actividad productiva. La revisión al alza del crecimiento del PIB –derivada del cambio del año base–, los buenos resultados en materia de consumo e inversión, el continuo crecimiento del empleo formal y los salarios, son factores que han dado como resultado un constante ajuste de las expectativas de crecimiento económico.

En efecto, tomando la más reciente Encuesta de Expectativas Citibanamex, el pronóstico del consenso para el PIB de este año ya está en 3.1%, cuando apenas hace nueve meses se ubicaba en sólo 0.9%, incluso superando la expectativa del Gobierno, que hace poco había sido la más optimista.

Comenzando por el aspecto puramente estadístico, se tiene el cambio de base para el cálculo del PIB nacional. Esta modificación se refiere básicamente a una actualización de la estructura sectorial del PIB, pues la previa correspondía al año 2013 y con la nueva base, el INEGI toma una estructura de la producción correspondiente 2018. Con ello, además de reflejar con mayor precisión el desempeño económico, se tiene una conclusión más alentadora, ya que el avance económico resultó ligeramente mayor en los últimos años respecto a lo previamente calculado.

Pero el punto de mayor relevancia se refiere al hecho de que la economía mexicana, durante los últimos dos años y medio, ha logrado mantener un crecimiento sostenido logrando alejarse del avance de sólo dos por ciento anual que lo ha caracterizado por décadas.

Destaca en este sentido que, después de caer la economía un fatídico 8.7% en 2020 por efecto de la crisis global y la pandemia, la economía repunta hasta 5.8% y 3.9% en los dos años siguientes. Incluso en este año ha logrado sostenerse con un avance de 3.7% en el primer semestre. Este dato es particularmente relevante en un contexto donde las exportaciones mexicanas (con excepción de las automotrices) se están desacelerando de forma acentuada, en paralelo con el mercado manufacturero de Estados Unidos.

Se trata, sin duda, de un “posible” éxito de la actual administración en el manejo de la economía. Inserto el término “posible” porque considero que aún es temprano para realizar una evaluación completa y objetiva del nuevo modelo de crecimiento. Sin embargo, es innegable que, hasta ahora, los resultados del PIB en los últimos años son positivos y se suman a otros que ya se han dado a conocer en materia de empleo, salarios, y pobreza, etc.

Sin duda, ha habido factores externos que no tienen que ver con la estrategia económica local, como son las remesas y la reciente expansión de Estados Unidos (que está por terminar). Pero el cambio fundamental es que, a diferencia del modelo anterior, ahora se aprecia un mayor impulso a la demanda interna.

Particularmente el consumo se ha visto apoyado y reforzado su papel de principal impulsor del crecimiento con las transferencias gubernamentales y externas, con el aumento del empleo y el fortalecimiento de los salarios reales. Asimismo, la inversión productiva, adormecida durante varios años, parece estar repuntando por múltiples factores, como la mayor inversión pública, las expectativas que genera el llamado nearshoring y la persistente lucha del Gobierno por lograr la estabilidad macroeconómica con prudencia en las políticas fiscal y monetaria.

Es muy posible que después de los trágicos resultados económicos derivados de la pandemia de Covid-19 y la crisis subsecuente, estemos frente al éxito, al menos parcial, del del nuevo modelo impulsado por la más reciente administración.