Son varios y muy importantes los datos que se publicaron recientemente que apuntan un balance positivo sobre el crecimiento económico y el empleo en la economía mexicana durante el año pasado.
En primer lugar, el Inegi dio a conocer cifras oportunas del PIB. El balance positivo viene del hecho de que el crecimiento del PIB durante todo el año 2022 fue de 3.0%, muy cercano a la expectativa del consenso. Hubo un desempeño equilibrado de la economía durante el año. Si bien el crecimiento de la industria fue el principal motor durante 2022 (3.2%) derivado de la expansión de las manufacturas exportadoras, también el sector servicios y la agricultura muestran un desempeño
favorable (2.7% y 2.8%, respectivamente).
Sin embargo, durante el cuarto trimestre del año pasado la economía mexicana creció 0.4% respecto al tercer trimestre, la cifra confirma claramente una desaceleración desde el crecimiento trimestral máximo alcanzado durante el primer trimestre. El menor crecimiento se da principalmente en el sector servicios, aunque también
se refleja el menor crecimiento en la industria.
Seguramente este proceso de desaceleración es el preámbulo de la próxima fase de debilidad económica para este 2023. En este sentido, la perspectiva de los analistas sigue siendo un bajo crecimiento del PIB para este año de sólo 1.0%, aunque vale la pena mencionar que recientemente el Fondo Monetario Internacional se
mostró muy optimista ubicando el avance en 1.7%.
En segundo lugar, me quiero referir a los datos del cierre de año de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), que merecen especial atención ya que desde mi punto de vista se dieron interpretaciones inadecuadas de la información. Me refiero al hecho de que se destacó con un tono realmente alarmista una pérdida de 912 mil empleos durante diciembre respecto a noviembre.
Si bien los datos son ciertos, la aseveración que señala una pérdida considerable de puestos de trabajo no es exacta, en virtud de que el empleo en condiciones normales —como las que ya prevalecieron el año pasado después de la pandemia— y por razones estacionales, siempre muestra en diciembre un nivel menor al de noviembre (igual lo corroboran las cifras del IMSS); por tanto, la disminución no obedece necesariamente a una pérdida de empleo sino a un movimiento de la fuerza de trabajo, de hecho, el tamaño de la Población Económicamente Activa disminuyó en la misma proporción. En adición, y contraria a la interpretación de pérdida de empleo, está la disminución de los desempleados, lo que provocó
una caída en la tasa de desocupación.
Por el contrario, considero que el reporte de la ENOE arroja un balance positivo en materia de empleo durante el año pasado, destacan varios hechos: (1) cierre de 2022 con un millón más de empleos respecto a diciembre del 2021; (2) se reduce el número de desempleados en 427 mil y la tasa de desempleo cae hasta 2.8% desde 3.5% en diciembre de 2021; (3) la ausencia temporal y la subocupación se mantienen en niveles estables y mínimos; (4) por tipo de establecimiento, el impulso en el empleo es casi generalizado; y (5) toda la creación de empleos se centró en la formalidad, y (6) en paralelo disminuyó el número de informales y la tasa de informalidad cayó desde 56.5% hasta 54.9% durante un año. A veces no se
ve lo que no se quiere ver.