Recientemente el Fondo Monetario Internacional ha revisado a la baja sus pronósticos de crecimiento económico mundial. Si bien en el agregado realiza sólo una pequeña corrección de 0.1 puntos porcentuales respecto a las previsiones de julio, ubicándolo en 5.9% el avance del PIB mundial para este año, al interior algunos ajustes por zonas económicas y por países son severos.
En el caso de las economías avanzadas, el FMI realiza el ajuste principal, ahora prevé un avance de 5.2%, ajustando esta previsión en 0.4 puntos porcentuales a la baja. Ello se debe a que ahora el organismo financiero internacional considera que las economías avanzadas crecerán menos, especialmente la de Estados Unidos (6.0%, un punto menos que su estimación previa). Por el contrario, el pronóstico para las economías de mercados emergentes y en desarrollo tiene ahora un pronóstico ligeramente más optimista de 6.4% (0.1 puntos porcentuales arriba). Para el caso de México, el FMI prácticamente mantiene su pronóstico en 6.2%.
Son varias las causas que motivan el mayor pesimismo del FMI. Principalmente, a pesar de que la recuperación de la economía mundial sigue su marcha, el efecto de la pandemia ha afectado severamente las cadenas de producción global, generando insuficiencia de insumos para la producción —el caso del sector automotriz es relevante—, la generación de empleo continúa rezagada, el rezago en los procesos de vacunación, especialmente en las economías de mercados emergentes y en desarrollo, genera una insuficiente demanda.
Uno de los mayores problemas que aquejan a la economía es el resurgimiento de la inflación general, que aumenta mucho más de lo previsto, debido en buena parte a los desbalances entre oferta y demanda, que a su vez son promovidos por el mencionado rompimiento de las cadenas productivas, a ello se suma el fuerte incremento de los precios internacionales de las materias primas. Particularmente en Estados Unidos, la inflación general alcanza una tasa anual de 5.3%, muy por arriba de su objetivo de 2.0%. En México también hemos visto el repunte inflacionario a lo largo de este año, alcanzando ya una tasa anual de 6.0% también por encima del objetivo de 3.0%. En ambos casos las expectativas de inflación son al alza.
En paralelo, en la mayor parte de los países del orbe, los esfuerzos por evitar una caída mayor del producto mayor durante el año pasado llevaron a máximos históricos los niveles de endeudamiento.
Este panorama, en el que la prioridad es definitivamente controlar la pandemia lo antes posible, implica un complicado manejo de las políticas monetaria y fiscal, tratando de contener la inflación, previendo los riesgos financieros y promoviendo al mismo tiempo la recuperación económica y del empleo. La solución no es inmediata y tomará varios años retomar una nueva normalidad.
Es claro ver que México está insertado en este contexto internacional, para fortuna nuestra existen algunas ventajas que apoyan la perspectiva. Básicamente, hay que tomar ventaja de la expansión del mercado de Estados Unidos, en especial el manufacturero; asimismo, es tiempo de promover aún más el crecimiento de la inversión pública y privada, aprovechando para ello que los niveles de endeudamiento no se incrementaron sustancialmente como en otras partes del mundo. Es tiempo de una política económica promotora del crecimiento.