Finanzas públicas en los límites de la ortodoxia

BRÚJULA ECONÓMICA

Arturo Vieyra<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Arturo Vieyra*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

A pesar de que las altas tasas de interés, la apreciación del tipo de cambio y el menor precio del petróleo han golpeado duramente las finanzas públicas en la primera mitad de este año, se mantiene la misma línea dura de la actual administración caracterizada por la austeridad y manteniendo la estabilidad y disciplina fiscal, lo que ha brindado mayor certidumbre y confianza en el entorno macroeconómico.

En efecto, a pesar de estos avatares, los resultados muestran un déficit público menor la programado en casi 90 mil millones de pesos (mmp) y también un superávit primario (balance público menos el costo financiero) mayor al programado en 105 mmp. Incluso, las estimaciones de la Secretaría de Hacienda muestran que la deuda pública “amplia”, denominada Saldo Histórico de los Requerimientos Financieros del Sector Público (SHRFSP), medida como porcentaje del PIB, registró una sensible baja al ubicarse en junio de 2023 en 45.8% desde 49.4% en diciembre. En términos nominales su monto prácticamente fue igual al observado al cierre del año pasado.

La relación ingreso-gasto del sector público dejó mucho que desear respecto a lo estimado para el primer semestre. Por el lado de los ingresos, el monto recaudado quedó casi 200 mmp por debajo de lo previsto y se redujo 1.6% contra el primer semestre del 2022. Destaca la caída de percepciones petroleras al igual que la recaudación del IVA (-24% y -8%, respectivamente); se compensaron parcialmente con mayores percepciones de ISR y IEPS (éste último por la caída del subsidio a la gasolina). En general, factores externos como la desaceleración de las exportaciones y los bajos precios del petróleo, y otros internos como las devoluciones de IVA y la desaceleración del consumo mermaron el dinamismo de los ingresos, al tiempo que prevalece la mayor eficiencia recaudatoria.

En el ámbito del gasto público, su monto ejercido al primer semestre del año quedó 280 mmp por debajo de lo programado, con un avance real de 3.7%. El principal impulso al gasto provino del mayor costo financiero que, si bien estuvo en línea con lo programado, el avance de 34% real por las altas tasas de interés motivó una fuerte presión promoviendo una ligera baja real en el gasto primario; es decir, los recursos necesarios para la operación del sector público no pudieron aumentarse en la primera parte del año. Aun así vale la pena mencionar que el gasto en protección social avanzó 8.1% real a costa de caídas en otros rubros relacionados con desarrollo económico.

En consecuencia, si bien podríamos hablar de algún subejercicio del gasto público en el primer semestre por estar debajo de lo programado, más bien veremos hacia el final del año la consolidación de la restricción presupuestaria derivada de los menores ingresos respecto a lo estimado. La misma tónica en finanzas públicas habida en la presente administración que, si bien ha dado certidumbre y estabilidad económica, ya se perfilan algunas limitaciones estructurales que serán más evidentes en los años siguientes referentes a la captación de recursos y en el margen de maniobra para restringir aún más el gasto.

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