Arturo Vieyra

Impulso efímero al crecimiento

BRÚJULA ECONÓMICA

Arturo Vieyra*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Arturo Vieyra
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Si bien la economía no ha mostrado un desempeño extraordinario a lo largo de este año, sí se ha ubicado persistentemente arriba de las expectativas de los analistas. De hecho, las estimaciones sobre el crecimiento del PIB han estado ajustándose al alza durante los últimos meses.

Los recientes datos del Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE, proxi mensual del PIB) correspondientes al mes de agosto volvieron a sorprender de manera positiva. En ese periodo la economía mexicana creció 1% respecto a julio, el dato no sólo superó la estimación del consenso de analistas, sino que también estuvo por arriba de las estimaciones preliminares del propio Inegi. Si comparamos la dinámica de crecimiento de la economía mexicana respecto a los niveles del año anterior vemos una aceleración importante al pasar de 2.2% en julio a 4.7% en agosto.

La dinámica de crecimiento anual es generalizada en los tres grandes sectores, pero particularmente durante agosto destaca el repunte del sector servicios que había mostrado un escaso dinamismo. En particular, el avance de la actividad turística y de restaurantes fue sorprendente al superar en agosto 23.5% el nivel de producción de hace un año. Sólo la actividad de la construcción sigue representando un lastre en el actual proceso de recuperación debido a la insuficiencia de inversión pública y privada.

La economía mexicana ahora crece por factores externos, principalmente el impulso que le da el mercado manufacturero de Estados Unidos a nuestras exportaciones y el flujo constante y significativo de remesas familiares. Ambos impulsores todavía persisten debido a que, a pesar del incremento en las tasas de interés de la Fed, dicha política restrictiva no cuaja todavía en la economía americana, la cual, sigue bajo el efecto de los enormes estímulos monetarios y fiscales que se dieron durante la pandemia.

Frente a este desempeño reciente, no debe descartarse un nuevo ajuste en las expectativas de crecimiento para este año que podrían alcanzar hasta 2.5% desde el 2.0% actual; así, el crecimiento del PIB podría estar más cercano a la proyección oficial. Sin embargo, este optimismo es a todas luces efímero, la dinámica económica vista en México contrasta significativamente con la expectativa, ya generalizada, que nos ubica a un paso de caer al abismo llamado recesión global.

Bajo esta perspectiva, no cabe más que esperar el impacto de la desaceleración de la economía de Estados Unidos, que se prevé para la primera mitad del próximo año. Parece no haber otro camino para contener la inflación galopante, que frenar la demanda global. En el mejor de los escenarios, el PIB mexicano podría alcanzar el próximo año un crecimiento de apenas 1.0%, raquítico e insuficiente.

Tiempos difíciles, el megaatorón económico derivado de la pandemia en 2020 y la muy probable recesión global en el 2023, impulsada por los excesos de liquidez global aplicados para paliar la caída de la producción y conflictos geopolíticos como la guerra Rusia-Ucrania, han sido elementos extraordinarios que frenan y dañan nuestra economía. Todavía hay que evaluar los daños estructurales, pero también las nuevas oportunidades. La fragmentación del modelo global ofrece nuevos retos y oportunidades únicas en la nueva era geopolítica denominada el nearshoring, no vistos desde la segunda gran guerra en el siglo pasado.