Motores del crecimiento con baja potencia

BRÚJULA ECONÓMICA

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Aunque le parezca increíble, la discordancia de opiniones que actualmente existe en el ámbito de la política nacional se ha trasladado a la esfera del cálculo económico y estrictamente técnico, concretamente a las estimaciones de crecimiento del PIB para este año. Así, el abanico de pronósticos para este año sorprende por su gran dispersión y en algunos casos por su insuficiente argumentación. Tenemos desde las visiones más pesimistas que consideran que la economía mexicana crecerá apenas uno por ciento, hasta la más optimista salida del Palacio Nacional que afirma que creceremos cinco por ciento.

Omitiendo esta última estimación que desafortunadamente está fuera de todo rango considerado por analistas económicos y que, incluso, fue descartada por la propia Secretaría de Economía, tomando como base la Encuesta de Expectativas Citibanamex, disminuye la dispersión en el pronóstico del PIB para este año, pero los pronósticos están pesimistas. El consenso (mediana) se ubica en 2.1%, hay quién por el lado negativo estima un avance de sólo 1.1%, mientras que la cifra más optimista apunta un incremento de 2.8%.

Hay que recordar que los pronósticos no son datos observados, son estimaciones sobre el comportamiento futuro de la economía basadas en supuestos sobre el desempeño de otras variables (motores del crecimiento) que impactan directa o indirectamente la producción de bienes y servicios. En este sentido, un pronóstico pesimista del PIB supone que dichos motores se comportarán de forma débil, y a la inversa, obviamente hay un mayor optimismo.

La mexicana, al ser una economía preponderantemente de mercado, ubica los motores de crecimiento básicamente en aquellos que impulsan la demanda, la cual puede ser interna o externa. Los supuestos (insisto, no son datos) sobre los motores dan congruencia y dimensión al pronóstico del PIB.

En torno a los motores del crecimiento, en favor están el persistente avance del empleo, la recuperación de los salarios reales (si se contrae la inflación como se espera), las remesas que podrían aportar hasta medio punto al avance del PIB, el incremento del gasto en programas sociales y, quizá el elemento más importante, la sólida perspectiva de un crecimiento mayor al 3.5% de la economía de Estados Unidos, lo que daría un impulso al sector exportador mexicano. En adición, se anticipa el restablecimiento de las cadenas productivas en la segunda mitad del año lo que dará mayor vigor a la industria automotriz.

También hay factores en contra del crecimiento para este año, básicamente el enorme encono político inhibe la inversión privada, a lo que se suman las tasas de interés más altas, el crédito bancario a empresas y al consumo sumamente deprimido y la falta de un impulso mayor de la inversión pública.

En este sentido, considero que el pronóstico del consenso de analistas tiene bases sólidas para apuntalar una estimación de crecimiento de 2.1% para este año (que, por cierto, ha venido moviéndose a la baja desde hace varios meses). Si es suficiente o no, es otra discusión, pues claramente con este pronóstico el nivel de producción quedaría ligeramente por debajo del registrado en 2019. Es imprescindible una discusión seria entre sociedad y gobierno para lograr un mayor impulso al crecimiento económico.