Salario mínimo: balance positivo

BRÚJULA ECONÓMICA

Arturo Vieyra<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Arturo Vieyra*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. larazondemexico

Recientemente, la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos dio a conocer el acuerdo que, conjuntamente, entre trabajadores, empresarios y Gobierno aprobaron un incremento de 20% a la remuneración mínima en el país.

Este convenio se logró de forma unánime después de que las propuestas de incremento de los sectores patronal y de trabajadores fueran de 12.8% y 25%, respectivamente.

En el corto plazo, el incremento SM aprobado no representa un elemento desequilibrante de la economía por las siguientes razones: (1) no fue sorpresivo. Estuvo en línea con las expectativas de casi todos los analistas y agentes económicos; (2) si bien el aumento pone los riesgos inflacionarios al alza, la decisión ya está incorporada en las proyecciones de inflación de los analistas, e incluso, del banco central y (3) brinda mayor fortaleza al mercado interno.

Así, con el reciente aumento al SM culmina una de las estrategias básicas de la presente administración por fortalecer el poder adquisitivo del segmento de más bajo ingreso de la población. El SM durante la presente administración terminará en un nivel de 248.93 pesos diarios, desde 88.4 pesos en noviembre del 2018, con un avance real (descontando la inflación) cercano a 110% en todo el sexenio.

En mi opinión, una evaluación de esta estrategia arroja un balance positivo. Si bien se han hecho críticas a la decisión de aumentar de forma sustancial el SM en México desde 2016, atendiendo a temores sobre mayores presiones inflacionarias derivadas del impacto sobre los costos de las empresas (especialmente las pequeñas), éstos no han sido validados empíricamente, y más bien, los nuevos y mayores niveles del SM han coadyuvado a amortiguar los efectos de la gran crisis del 2020 y el impacto posterior de la mayor inflación, especialmente en el segmento de trabajadores de menores ingresos.

La política de SM tiene un efecto directo que apoya actualmente los ingresos de un tercio de toda la población ocupada del país que recibe esa remuneración (19.7 millones de los 58.6 millones de trabajadores), y muy importante también, el mayor SM impulsa el resto de la estructura salarial por el llamado “efecto faro”.

En efecto, si consideramos el salario promedio de cotización al IMSS, se observa un avance desde 352.7 pesos diarios en noviembre de 2018 hasta 534.9 en noviembre pasado; es decir un incremento real de 18%, que estuvo impulsado en parte por las mayores remuneraciones al SM.

El avance salarial logrado en estos años debe fortalecerse en el mediano y largo plazo, todavía falta camino por recorrer, recordemos que el nivel de salario mínimo necesario atiende no sólo a consideraciones económicas y de mercado, sino también éticas y sociales en la medida que como la Constitución manda, el SM debe ser suficiente para cubrir las necesidades de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural, y para proveer a la educación obligatoria de los hijos.

La mayor fortaleza salarial ha brindado a la par de menor pobreza laboral un pilar importante en el nuevo modelo de crecimiento basado en un mayor impulso de la demanda interna. Empero, para la próxima administración será muy complicado mantener la política de fuertes incrementos al SM, es previsible que si los mayores costos laborales no van acompañados de un mayor nivel de productividad y mayor formalidad laboral se ponga en riesgo la estabilidad macroeconómica con mayores presiones inflacionarias destruyendo los avances hasta ahora alcanzados.

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